jueves, 1 de septiembre de 2011

Sebrayo - Sariego

Hoy la etapa no es demasiado larga (24-25 kilómetros) pero tiene su importancia por dos razones.
La primera es que hoy el camino se divide en dos: uno seguirá la costa hacia Gijón y otro torcerá hacia el sur en dirección a Oviedo, comenzando el llamado Camino Primitivo que pasa por León.
La segunda es que a mitad de la jornada habrá que subir al Alto de La Campa, que no es que tenga demasiada altitud (unos 400 metros), pero que habrá que subir por veredas y el día está metido en agua. Pero no me adelanto.
Por otro lado, no es que sea una dificultad en sí, pero la etapa de hoy será eminentemente sobre asfalto, lo que la hará algo más aburrida.
Salgo temprano, como siempre, y aunque al principio me ha costado, consigo orientarme y tomar la ruta adecuada.
Al principio se disfruta de un entorno rural al 100%. El clima aquí parece benigno (me recuerda la costa gaditana, pero metida en remojo). Los huertos, como el de la foto, abundan y durante la primera media hora me han acompañado la ladra de un corzo que yo he localizado en la falda de mi derecha, en medio de unos cultivos.
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Cuando el paisaje se abre, aprecio la desembocadura de la ría de Villaviciosa y un poco más adelante, unas instalaciones de una marca de sidra “conocida en el mundo entero”, que están justo a la entrada del pueblo.
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Es temprano y Villaviciosa parece tranquila. Muchos niños para el colegio y poco más. El camino cruza todo el casco urbano y se puede apreciar el casco antiguo. Pero de todo lo que vi, me quedo con la iglesia de La Oliva, cuya puerta me ha causado admiración por la belleza de lo labrado en ella.
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Por las calles no es raro encontrarse con viejas sidrerías y muchos establecimientos que ofrecen este producto, pero todavía es temprano para echarse unos “culines” de sidra. Habrá más ocasiones.
Sí me ha llamado la atención que en las tiendas se venden unos artilugios para escanciar la sidra. Ya no habrá que tener buena puntería ni derramar media botella en el intento. Ahora se coloca la botella en ese artilugio, se pone el vaso en determinado sitio sobre él, se pulsa un botón y la sidra cae justo sobre el vaso sin derramar una gota. El mundo… que avanza una barbaridad :-)
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Aun queda asfalto que pisar, pero eso no quita que, de vez en cuando, te aparezca un detalle bonito en el paisaje, como estas sábanas blancas tendidas entre tanto verde.
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Esta ruta también tiene un desvío. Se trata del monasterio de Valdediós, un gran monasterio edificado alrededor de una iglesia mozárabe tres siglos más antigua. Sin embargo yo me decido por tirar por la ruta campera, así que tomo la ruta que apunta hacia el Alto de la Campa.
Y en un punto determinado de la subida, hay un sendero que se desvía por la margen izquierda y deja de lado la carretera. Y aunque al principio es ancho y cómodo, poco a poco se va estrechando y dejándose invadir por las yerbas y los arbustos. Y al final se convierte en una vereda que apenas se aprecia entre tanta vegetación.
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Una vez que “sale” a un sitio abierto te das cuenta que estás en medio de una herriza casi tocando las nubes con la mano, y aunque la carretera y la civilización no anda lejos por los ruidos lejanos de más de una bocina, sientes que estás en plena naturaleza, libre de reglas y normas urbanas. Y que estás mojado hasta la… coronilla. pero te sientes feliz y relajado.
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Casi llegando arriba, cruzas otro de esos pueblecitos con vocación de fantasma: Arbazal. Algunas de sus casas conservan ese aire sencillo, pero entrañable que sólo las cosas hechas con naturalidad te transmiten.
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Y al final todo llega. Escampa y entonces (sólo entonces ¡j#d*r!) aparece un caserón al lado del camino con un cartel mágico: “Menú del día”. Algo caliente ¡Ah, los placeres de la vida!
Me cambio de ropa como si de un vagabundo se tratara (en el fondo… ¿no lo somos?) y a pelearme con la cocina regional. Hoy, la cosa se merece una botella de sidra. Total, no tengo que conducir. A ver si aprendo a llenar el vaso sin derramarla.
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A partir de aquí, todo es cuesta abajo hasta Sariego.
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Sariego es un pueblo pequeño pero que cuenta con un albergue de peregrinos muy cómodo. Y esta noche va a ser todo para mí, porque no me he cruzado con ningún peregrino desde esta mañana y supongo que habrán tomado la otra ruta y pernoctado en el monasterio.