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domingo, 10 de diciembre de 2023

Olorcillo a colonia II

 Una de las finalidades que yo tenía marcadas en el sur de Marruecos era recorrer el río Draa de principio a fin. Si no tengo en cuenta la parte comprendida entre Tata y Assa dado que es zona prohibida por temas militares, solo me quedará ya por conocer su nacimiento, porque su desembocadura voy a conocerla hoy.

Después de un desayuno al estilo marroquí ( huevo frito o tortilla, aceitunas, queso, mermelada, crema de cacahuetes o de dátiles y, naturalmente, pan fresco) en un pequeño establecimiento callejero el centro de Tantán Playa uno tiene fuerzas para empezar el día. 

Nada más salir del pueblo aparece la carretera costera. Una de las primeras cosas que vemos es la garganta del río Irrid. Un fenómeno curioso porque la erosión del río ha excavado la plataforma costera y parece ser que ha partido en dos unas viejas instalaciones militares.

A pocos kilómetros hace su aparición el gran barranco excavado por el río grande del Magreb, y a la izquierda, la desembocadura, un faro marino. Un gran cartel la describe como zona especial, anunciando 24 especies de reptiles y anfibios, así como 72 especies de aves, pero yo debo tener mala suerte porque lo único que veo son algunas gaviotas. 

No puedo evitar quedarme un rato admirando esta obra de la Naturaleza.

De regreso a Tantán, hay que esperar un rato parado en la carretera por indicaciones de un grupo de militares: están haciendo ejercicios de tiro y no se puede pasar de aquí hasta que lo autoricen. La idea es seguir costa arriba por una pista que la recorre. Así que voy a entrar por la pista de Tafnidilt y luego regresar a la costa. Tengo entendido que es una pista interesante, aunque no le faltan piedras y tendré que ir un poco más al norte de Tantán a buscarla.

Al poco de entrar se ve a lo lejos la silueta de unas ruinas. Se trata del fuerte Tafnidilt o lo que queda de este fuerte de la legión extranjera francesa que servía para controlar esta parte del río. Hoy se ha cambiado por el Ksar Tifnidilt situado en la colina de enfrente. Mucho mejor.

Cuando se rodea la montaña y subimos un poco del cauce del río Nkhelia, aparecerá delante un campo de dunas inesperado para este sitio. Hay que atravesarlo hasta un paso de montaña bastante dificultoso.

Muy cerca espera una especie de meseta que bordea el cauce del Draa por su lado sur y termina en la orilla del mar. Aquí hace bastante viento y la temperatura no es muy agradable, pero eso parece no asustar a un par de adolescentes que cuidan de un rebaño de dromedarios bastante numeroso.

No puedo dejar de disfrutar de la vista de la desembocadura, ahora desde esta orilla, pero la pista es larga. Cerca de aquí está el Cabo Draa o Cano Nun. A partir de aquí, hasta el río Aoreora (Aurora) se irán sucediendo las aldeas de pescadores una tras otra. Con ellas conviven puestos de vigilancia tanto del Ejército, como de Marina. Según tengo entendido, periódicamente pasa camiones comprando todo el pescado capturado por los habitantes de estas precarias casitas.

Las dunas más grandes están ya cerca de las ruinas del Fuerte Aoreora, en lo alto del río y extremo sur de la conocida Playa Blanca. 

A partir de aquí, una serie de decisiones tomadas demasiado deprisa me llevó a realizar demasiados kilómetro innecesarios y sin interés, que voy a omitir para no cansar. El caso es que terminé durmiendo en Ifni que era la meta de hoy.

(pulsa sobre las fotos para ampliarlas)


























Como anécdota te puedo contar el final de la serpiente curiosa que hay en la foto. Alrededor del Cabo Nun pude ver a esa serpiente que venía hacia la pista con intención de cruzarla. Me paro para tomarle algunas fotos y ella hace lo mismo. No sé su especie pero sí sé que no es una víbora, ni es una cobra, por lo que puedo estar moderadamente tranquilo. Después de unos segundo observándome sigue su camino sin importarle el coche que tiene delante. El caso es que a la hora de meterse justo debajo me da la impresión que levanta el cuerpo del suelo como si quisiera "subirse" como polizón. Pero se pierde de mi vista y, a pesar de que miro y remiro los bajos del auto, no la veo, así que doy por sentado que ha sido un efecto óptico y continuo la marcha. Algunas horas después y más de 30 kilómetros desde nuestro encuentro, veo que hay algo fuera, en el parabrisas delante de mí, que me mira fijamente. La muy... ha viajado en el motor y ha salido por la parte de atrás de capó, subiendo snórkel arriba, buscando no se qué. Cierro el cristal de la ventanilla, paro y salgo del coche buscando un palo. Pero un palo en este desierto es un milagro. De todas formas, la serpiente se ha dado la vuelta y ha regresado al su refugio del motor. Abro con mucho cuidado el capó y allí no hay nada. Busco y miro por todos lados y al cabo de un rato veo el extremo de su cola: está escondida junto al parabrisas, debajo de unas piezas de plástico que hacen de filtro. La atosigo un poco a ver si quiere salir por el otro extremo y cuando se dirige a la parte de afuera, desaparece de mi vista: se ha metido en el sistema de aire acondicionado con tan mala suerte que el sistema la pilla y, después de hacer ruidos muy raros, vuelve a funcionar con normalidad, con lo que te puedes imaginar que pasó. No pongo fotos para no herir sensibilidades. Sólo te cuento que saqué lo que quedaba de ella, le dí una sepultura adecuada y desde entonces no he vuelto a encender el A/C de mi coche. Esperaré a que de forma natural se momifique o que las hormigas que tengo en casa den buena cuenta de lo que puedan encontrar, si es que encuentran algo.

Posdata. Ya en casa la identifiqué. Se trata de una serpiente familia de nuestra culebra y aunque cuenta con conductos para el veneno en sus colmillos, es poco venenosa para el humano (lo de "poco  venenosa" no sé muy bien como entenderlo).


Apéndice:

 Anoche, a la llegada a Ifni, apenas hubo tiempo para cenar y preparar el catre. Esta mañana la he dedicado a dar una vuelta por la ciudad, bueno, su casco antiguo. El camping está en la playa, junto a uno de los hoteles con que cuenta Ifni.

La subida hasta La Barandilla está cada año más empinada ¿a que será debido? Allí se encuentra ubicado el edificio del antiguo consulado de España, que perdió toda su utilidad al abrir el consulado de Agadir. En tiempos coloniales albergó la pagaduría militar y aún conserva el escudo de la dictadura en su fachada. El edificio está en malas condiciones de mantenimiento. Existe la intención en transformarlo en un centro cultural hispano marroquí.

En la plaza en que se encuentra se ubican también un hotel, el ayuntamiento y algunos edificios oficiales más. Muy cerca está el faro, ocupando un sitio prominente en el acantilado. Desde alli se ve el puerto y los restos de la cinta transportadora de mineral. Actualmente se está construyendo un acceso nuevo a la ciudad por esta cara. Y a lo lejos, sobre la colina de la otra orilla del río, se aprecia las construcciones de un viejo cuartel, hoy ocupado por las FAR.

El cruce de la avenida Hassan II y la carretera de subida parece el centro neurálgico de la ciudad. Por allí pasa todo el mundo. Por eso es un buen sitio para buscar una terraza y desayunar al estilo del país.

Llenar el depósito y comprobar presiones es lo siguiente. Hoy haremos 100% asfalto. La idea es tomar la carretera de la costa hasta Tiznit . De allí, coger la N1, cruzar Agadir, todo un trabajo del que se sale exhausto, afortunadamente a lo largo de la carretera hay muchos sitios para descansar y en una de esas playas hemos parado a disfrutar del día.

La siguiente parada ha sido Imsouane. La última vez que estuve era un sitio pequeño, con muchos surferos, algunos sitios para comer al borde del agua y algunos apartamentos en las afueras del pueblo. La sorpresa ha sido que ahora es un sitio bastante grande, con muchas construcciones nuevas por todos lados, el pueblo viejo cuesta trabajo distinguirlo, algunos surferos y muchos no-sé-qué-son por todos lados. Cuesta trabajo soltar el coche y antes de parar ya tienes allí a vividor de turno para pedirte el pago por nada. Un desastre.

Hay que salir de nuevo a la N1 sin más remedio y seguir hasta Sidi Kauki, otro pueblo costero que, espero que esté en mejores condiciones. Aunque la hora de llegada es tan avanzada que solo hay tiempo para una ducha y a dormir. El camping está muy bien; pequeño pero con instalaciones aceptables. Por la mañana, la salida es rápida, no es pueblo para ver, sino para vivirlo con tranquilidad. A mí me recordó a Bolonia en sus mejores años. Por cierto, en los mapas aparece con el nombre de playa del Pastor y el Escorpión, seguro que tiene una historia curiosa detrás. 

Dejamos de lado Essauira para otro momento más adecuado y tomamos la carretera de la costa hacia Safí, con parada a la altura del Cabo Cantin para comer en un restaurante de la zona. 

De allí, haremos noche en El Yadida. Es un sitio que me ha aparecido agradable. Grande pero no demasiado. Mucha gente, pero no agobiante. La ciudad antigua (Ciudad Portuguesa la llaman) es interesante, aunque la lluvia ha fastidiado la visita y sólo hemos podido deambular por las calles del mercadeo.

A la mañana siguiente, es cuestión de lanzarse por la autopista hasta Tánger Med. Si todo va bien, mañana duermo en mi cama.

(pulsa sobre las fotos para ampliarlas)



















sábado, 25 de noviembre de 2023

Una visita corta al Neolítico

 Si ayer me quejaba por la poca presencia de fauna a nuestro paso, hoy un par de dromedarios nos esperaban a la hora de levantarnos junto al campamento. Se nota que el hambre acucia y que los viajeros nos hemos convertido en una fuente de alimentos. A mi no me gusta el dar nuestra comida a estos animales. Tampoco a los salvajes. Más que nada por el tipo de alimento, normalmente elaborado y potencialmente dañino dependiendo a quién se los damos. Pero su interesada confianza me viene bien para tomar algunas fotografías.

Hoy toca otro tramo del Draa. La idea es seguir esta pista que bordea el cauce por el margen izquierdo, más o menos fiel a la orilla del gran río, así que los tramos de arena se alternarán con otros de piedra, pero en conjunto, es un tramo cómodo.

Al poco de salir, distingo en lo alto de un promontorio lo que puede ser un túmulo. Dejo el coche en la arena y subo la barranca de piedras. Efectivamente, se trata de una gran tumba de las muchas que hay a lo largo de los grandes ríos saharianos. Alguien ha elegido el extremo de esta pequeña colina con la parte de arriba llana, a modo de terraza. Como todas hasta ahora, se encuentra abierta por la parte superior y sus grandes losas se encuentran desperdigadas.

Observo que en otro promontorio cercano también hay acumulaciones de piedras. Bajo la barranca y subo por las piedras de un pequeño arroyo hasta la barranca de enfrente. Repecho por las piedras sueltas y corono la terraza vecina. Desilusión. Se trata de tumbas modernas: enterramientos marcados con dos piedras en los extremos del difunto y un círculo de piedras a modo de protección o de marca en el terreno. El desierto está plagado de ellas. Seguramente pertenecen a los antiguos moradores que vivieron en estas tierras en momentos mejores. Aunque también podrían ser de soldados  de otros tiempos; no hay que olvidar que el Draa ha sido siempre frontera. También podrían pertenecer a los discípulos/seguidores de personas destacadas que predicaban el Islam en estas tierras, aunque aquí no veo ninguna que destaque demasiado de las demás.

Me llama la atención unos bloque de piedra negra de gran tamaño a poca distancia de donde estoy. No parecen guardar relación con las tumbas y me acerco con curiosidad. La sorpresa es de las buenas. Se trata de tres rocas con forma de prisma rectangular que tienen algunas de sus caras tallada con grabados de estilo esquemático y mediante el sistema de puntillado. Dado el tamaño y la forma de las rocas, no sería extraño que formaran parte de algún túmulo hoy ya desaparecido.

El día va hoy de sorpresas agradable. No pasa mucho tiempo sin que se crucen delante de mí un pequeño bando de gangas. Como buenas gallináceas, no levantan el vuelo. Siguen su marcha sin perderme de vista hasta que desparecen tras unos matojos.

La calor aprieta y unos árboles cercanos parecen un buen refugio. Comemos y descansamos un rato a la sombra.

En la orilla de enfrente, bastante cera (el río se estrecha  por aquí) unas colinas esconden una curiosidad. Se trata de los valles curvos, una curiosidad geológica. Lástima que desde aquí no se aprecian bien. 

Pronto aparece un corte en las montañas de enfrente. Se trata del paso Keneg Ali (escrito a veces Khenigat Ali), otra curiosidad de estas montañas y uno de los pocos pasos que permite conectar con el Draa desde el norte. No estoy seguro de donde le viene ese nombre, pero seguramente guarde relación con el morabito que hay en su salida norte. Aunque por el aspecto de algunas construcciones, seguramente tuvo mejores años en el pasado.

Pronto, la pista enfila casi recta en paralelo a la sierra de nuestra izquierda. Van desfilando viejas granjas en ruina y hoy ya deshabitadas, seguramente por la falta crónica de lluvia. Tan solo permanecen activos algunos pequeños rebaños de cabras que corren de un lado a otro.

La carretera que une Tantán con Msied esta ya cerca. Así que hay que desviarnos hasta el pueblo y aprovechar para reponer la provisión de agua potable. La pista queda a un lado. El pueblo ha cambiado desde que lo visité hace algunos años, aunque el núcleo antiguo de casas no ha cambiado nada.

Como siempre parece un pueblo vacío, aunque la presencia de niños nos dice lo contrario. En la zona que hace de plaza principal está todo cerrado a excepción de un pequeño quiosco atendido por un señor ya algo mayor. No tiene muchas cosas, pero el agua no le falta. Casi acaba sus existencias con nosotros.

De regreso a la pista, no hay más remedio que disfrutar de un par de curiosidades geológicas. Una es la sebkha (un lago salado intermitente) el Mhaguene que ahora, afortunadamente, está seco, aunque la arena se hunde más de lo normal al paso del coche, lo que nos avisa el peligro que representa si estuviera mojada. La otra son unas formaciones de tierra arcillosa que forman un conjunto de siluetas fantasmales en la orilla. Se trata de tierra erosionada por la lluvia y forman una especie de pueblo fantasma a los pies de una gran colina.

La tarde cae y es hora de pensar en acampar. Pero aún hay tiempo para echar un vistazo a un muro militar bastante primitivo (un talud de tierra simple) jalonado con pequeños refugios de piedra y arena. En sus alrededores se ven restos de viejos fortines y otras construcciones militares. No hay que olvidar que Msied fue zona de guerra en su día y de las más calientes.

Saltamos el muro por una de sus grietas y buscamos un sitio resguardado del viento que hoy sopla algo fuerte. No es fácil encontrarlo pero lo hacemos cerca de un viejo asentamiento nómada. Si a ellos les fue bien, a nosotros también.

Uno de los miembros de grupo tiene la feliz idea que puesto que estamos en el quinto pino o más lejos, podría lanzar una bengala de esas de socorro. A mí no me gusta llamar la atención alla por donde paso o acampo, pero... Dicho y hecho. La verdad es que se veía bonito la luz roja en una noche tan oscura. 

Fue acabar la bengala y aparecer a lo lejos la luz de un vehículo que venía en nuestra dirección. Aparecía y desaparecía con los accidentes del terreno, pero era seguro que venía hacia nuestro campamento. Bueno, pues nada... lo de siempre... militares, pasaportes, llamadas a los superiores y... ¡largo de aquí!. Paciencia.

Esperamos pacientemente a que se aproximaran y cuando llegan... ¡sorpresa! Ni son militares, ni se han percatado de la bengala. Son ganaderos que cambian de lugar porque mañana tienen un chivo (nos lo enseñan en la parte de atrás de la pickup) para celebrar no se que fiesta o reunión. Lamentando no poder participar en la fiesta, los despedimos y a dormir. Eso sí, con la linterna cerca.

(para ampliar las imágenes pulsa sobre ellas)