sábado, 30 de noviembre de 2013

Chefchauen-Azilán-Akchour – La llegada

La primera salida de otoño va a ser de lujo. El año pasado me quedé con las ganas y este no voy a perdonar.
Aprovecho que tengo que ir a Ceuta para otros temas y me cuelgo la mochila al hombro. Voy dispuesto a pasar unos días en Chefchauen y hacer la ruta hasta Akchour por el monte. Ya lo tengo todo planeado. Mapas descargados en mi smartphone, algunos dirhams en mi bolsillo, llegada a Chefchauen, a la mañana siguiente camino para Azilán, dormir allí y al día siguiente, cojo la vereda para Akchour. Al final la cosa se enredó y tuve que volver que volver a Azilán, dormir allí y al cuarto día coger el camino de regreso a casa. Pero estar allí es un placer: el único sonido que se escuchaba por la noche fueron los ladridos de una Gineta que andaba por los alrededores. ¿Dónde se puede disfrutar de eso mientras te tomas un té con torrijas?
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Por el camino me fui preparando el cuerpo con un buen puñado de madroños que le compré a unos niños al pie de carretera.
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Chefchauen sigue como siempre pero la población es cada vez mayor. La medina conserva su aspecto mientras los barrios periféricos empiezan a crecer con casas modestas o con bloques de viviendas “modernas”. Eso se traduce en un aumento del tráfico rodado por las calles de la parte externa y en el aparente caos de vehículos que se producen en los cruces muy transitados. Nada que no conozcamos de nuestras ciudades.
Por eso yo te voy a dejar aquí sólo algunos detalles que voy pillando por sus calles, sobre todo dentro de su medina.
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Una de las torres de la muralla y parte de su cara norte (la que da a la montaña) junto con algunas de las tumbas del cementerio que hay frente a una de sus puertas y que se extiende a lo largo de ella.
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Un buen detalle ese de la parra en la puerta. Seguro que se podrá pasar más de una tarde al fresquito de su sombra.
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La puerta noroeste que sale a una concurrida zona donde se terminan juntando muchos de los coches de todo tipo que se llevan o traen personas a la ciudad.
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Desde la terraza donde disfruté de mi primer almuerzo en Chefchauen se podía tener esta vista de otras terrazas cercanas con la montaña al fondo. La mezquita que se ve sobre la colina está dedicada a las visitas turísticas y se puede visitar tras un agradable paseo por el campo.
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La plaza central del pueblo es el punto de reunión de todos los elementos que recalamos por aquí.  En sus terrazas se puede disfrutar de buena (y mala) comida del país, así como de una relajante taza de café con o sin leche, al “estilo olímpico” (y seguro que más barata).
En ella se encuentra también la alcazaba xauní, cuyas mazmorras se pueden visitar y así remover un poco el morbo que da esas cosas. Aunque pienso que para eso, si te gustan las emociones fuertes, es preferible hacer uso del hamman que hay cerca y dejar un poco de estrés atrás. Yo, sinceramente, prefiero una buena ducha, para paliza, la que me daré yo solo a partir de mañana.
Lo que no te puede faltar es un paseo por sus empinadas calles. Recorrer sin rumbo la medina es recuperar algo que es muy difícil encontrar ya en la mayoría de las ciudades del otro lado del Estrecho. Si lo haces, no te preocupes que no te pierdes: estás dentro de una muralla y no saliendo por sus puertas… es cuestión de orientarse adecuadamente. Y recuerda que las personas no son objetos turísticos y no les des con el teleobjetivo en la nariz a todo el que se cruce contigo. Al menos, pide permiso o espera a que se quiten del campo de tu máquina fotográfica.
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Al atardecer es un buen momento para salir de la medina hacia la parte alta. Allí está el hotel Atlas, que es un punto de referencia para empezar la caminata de mañana. Justo enfrente está el camping y a su lado, arranca la pista del Tisemlale, que es por dónde tendré que empezar a caminar.
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Junto al hotel Atlas (o desde alguna de sus terrazas) puedes disfrutar de un buen mirador desde el que puedes esperar tranquilamente la puesta de sol y tomar algunas vistas de Chefchauen con una luz que a veces es especial.
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Por la noche, la plaza principal sigue siendo el centro de la población  visitante. Por allí pasa cualquiera que esté de viaje por Chefchauen, más todo el que venda, compre o trapichee por los alrededores. De todas formas no te preocupes, suelen  ser personas que lo único que quieren en ganarse algunos euros de forma fácil. Siéntate en algunas de sus terrazas y regresa en el tiempo mientras disfrutas de una harera o un tajín cocinado con esmero.
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sábado, 23 de noviembre de 2013

Entre Aracena y Alájar

Cuando pasé por allí no era todavía otoño que es cuando a mí me gusta visitar esa sierra entre Huelva, Badajoz y Sevilla, pero de todas formas nunca viene mal un par de días por estos pueblos. Lástima que el calor no nos haya dejado hacer alguna ruta más larga, pero el jamón estaba como siempre.
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