La etapa de hoy, teóricamente no es mala. Haremos un puerto al principio y el resto será bajada y pequeñas subidas.
Sin embargo las apariencias engañan. La etapa es larga (casi 30 kilómetros) y con tramos deficientemente señalizados. Hay trozos largos de alquitrán y la temperatura es la propia del verano. Al final, las posibilidades de rutas son varias y terminas haciéndote un pequeño lío.
Quizás, debido a todo esto, nuestro grupo de rompió en pedazos y algunos no han aparecido más (Elena, María Jesús, Marian… ¿dónde estáis? ¡Decidnos algo, por favor!)
La salida de Markina se hace por la carretera de Bilbao, siguiendo un carril peatonal. Al poco, cruzas la carretera por debajo y tomas un camino que se separa de ella por su parte derecha.
Irás remontando un pequeño arroyo que en días de lluvia tiene que hacer las delicias de los peregrinos que lleven botas de agua hasta salir a un pueblecito con un hermoso puente de piedra.
Si no has desayunado en Markina, puedes hacerlo hacerlo aquí en un pequeño bar que está junto al camino, justo donde tienes que torcer para tomar la dirección del pueblo siguiente, Bolíbar (exacto, es lo que piensas, sí).
Se atraviesa rápidamente y empiezas a subir por un camino empedrado que se mantiene razonablemente en buenas condiciones y que te guiará directamente al Monasterio de Zenarruza.
Lo primero que verás son las tres cruces de la entrada con curiosas tallas en sus caras. Ellas te marcan la entrada principal del monasterio que aun se conserva activo gracias al puñado de monjes que todavía viven allí y que amablemente te sellarán tu credencial.
Dentro, tanto la iglesia como el claustro que hay junto a ella permanecen abiertos, por lo que puedes visitarlos tranquilamente. No te pierdas la colección de lápidas que hay delante del altar ni el atrio de madera de la parte delantera con la cabeza de lobo en una de las vigas.
Desde aquí deberás tomar un camino arbolado casi todo en bajada que parece que termina junto a un caserío. No te preocupes, a la derecha hay una cancela por la que podrás seguir hasta desembocar a una vereda que baja hasta un arroyo.
Más adelante te encontrarás una carretera que te llevará hasta un pequeño pueblo llamado Munitibar. Si es la hora de comer no te apresures. Párate en un bar que hay frente al ayuntamiento y pídete el guiso del día con un tintito fresco. Seguro que cogerás fuerzas para lo que te queda por andar.
Foto de Robert Bussen. Gracias Bob.
A partir de aquí el camino debería ser fácil, sin embargo es donde más problemas encontramos.
Te encontrarás con mucho tramos de carretera, alternados con pistas forestales y veredas. Eso no es problema. El problema está en que está en algunos sitios deficientemente señalizado y los trazados alternativos por la carretera de siempre (más cortos) hace que la gente se despiste. Al final, yo seguí el trazado marcado, y para ser sincero, la última subida antes de Gernika me costó lo suyo.
A partir del sitio en que está tomada esta fotografía tienes la última oportunidad para cambiar de ruta.
A partir de aquí, el camino tradicional rodea el cerro en que te encuentras y al final empieza a descender hacia Gernika, por fin.
Desembocas en un barrio situado a un par de kilómetros del casco urbano y a partir de ahí sólo hay que seguir la carretera hasta el centro de la ciudad.
En Gernika no hay albergue de la red, solo privados. Para cuando nosotros llegamos ya estaban llenos los principales y estaban alojando a los peregrinos en una especie de pista deportiva al aire libre.
Afortunadamente nuestro amigo Manu, que había llegado antes, nos había reservado una habitación (gracias Manu) en una pensión llamada Gernika, en todo el centro. Aunque yo tuve mala suerte porque seguramente ese día se habían “olvidado” de cambiar las sábanas de mi cama y se podían recoger un manojo de pelos de los anteriores inquilinos.