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sábado, 2 de diciembre de 2023

No puede haber seis sin siete

Si esta mañana le tuviera que poner una banda sonora al recorrido, elegiría sin dudarlo la música que Henry Mancini compuso para la película "La Pantera Rosa", solo que aquí no hay diamantes, ni ladrones y sí muchos policías, como luego te contaré.

Toda la información que yo había obtenido de Auserd, nuestro destino de hoy, tenía una cosa en común: era una ciudad militarizada y, por tanto, prohibida para extraños. 

Y aquí me tienes, en Bir Anzeran, un pueblo cuyo casco urbano es más pequeño que el cuartel que tiene al lado, cuya número de población es insignificante al lado del número de militares que se ven de pasar, cuyas calles están recorridas por innumerables camiones del ejército marroquí... dispuesto a salir hacia otra más cerrada aún, sin tener muy claro si la pista elegida está permitida o no y sin saber muy bien lo que nos vamos a encontrar por el camino.

Así que después de desayunar tranquilamente y en abundancia por si las moscas, enfilo el coche por la pista que, casualmente, pasa a escasos metros de la larguísima valla del acuartelamiento. 

Primera garita, el soldado se gira, mira para los coches y... no se inmuta (ni llama por walkie). Esta va bien. Aprieto el pedal del acelerador un poco. Segunda garita, más de lo mismo. Paso en el Muro, despejado. Pista, despejada. Me cruzo con un vehículo militar y no se para. Esto empieza bien. Sin duda los paisanos tenían razón ayer cuando dijeron que la pista está abierta.

Al poco de salir, observo que la pista está regular de cómoda con tanta ondulaciones producidas por los vehículos pesados y que a poca distancia, hay una carretera en construcción que, sin duda, arranca de la carretera de ayer y va hacia el sur. La tentación es grande, siempre se va mejor sobre una manta de grava que sobre un tejado de chapa. Pero no la tengo en mis mapas y no sé si tendrá nuestra dirección o no. Además, en algunos tramos hay máquinas y obreros.

Poco a poco, la pista se va poniendo peor y la pista en obra se acerca y se aleja, pero sigue con nosotros. Así que nos saltamos las cunetas y no subimos encima. Algunos obreros nos miran y el que parece el capataz nos saluda con la mano. Hay que parar y hacer los cumplidos. Al final me entero que es de origen argelino, de lo que deduzco que las malas relaciones con Argelia deben ser solo a nivel institucional.

Ya más ligero, puedo disfrutar mejor del paisaje. Incluso da tiempo para admirar un túmulo que hay no lejos de la pista y que yo he marcado como Auserd 1.

Pero la alegría dura poco. La pista se acaba y hay que volver a prestar más atención al volante. La pista original que yo traía de casa no está lejos. Todo lo más a 20-25 kilómetros en dirección sureste.

El paisaje es bonito. Estamos en el área de El Uaara, una zona de pastos (cuando llueve) que continua  hacia el este, más allá del Muro. Los lagartos de cola espinosa se ven por docenas y, en ocasiones, hay que desviarse para no atropellar alguno en su huida hacia su agujero. He creído ver también algún roedor, pero no he tenido tiempo de identificarlo. Sé que en dirección sur hay un sebjet (una laguna de agua salada) y algo más lejos hay un conjunto dunar importante, pero con la sequía es seguro que no veremos una gota de agua en él, así que no creo que merezca la pena desviarse tanta distancia. 

La pista sigue avanzando aunque no se distinguen rodadas con claridad. Yo continuo más por intuición que por el mapa. 

Por fin, nuestra ruta llega a la ruta prevista que viene del norte. El último cuartel que yo localicé en los mapas se ha quedado a unos 10 kilómetros hacia ese norte. Y que hacia el sur, que es lo que toca ahora, las única huellas humanas que he visto es un gran pozo y un campamento nómada.

Estamos en una zona cerca del Muro que arranca en Dajla y de unas pequeñas colinas llamadas Lash. Cambio de rumbo y a navegar por terreno ondulado y pedregoso.

Pronto aparece una agradable sorpresa. A ambos lados de la pista se ven innumerables túmulos prehistóricos.Son muchos y los hay de varios tamaños y formas. Algunos son pequeños y parecen sencillos montones de piedras. Otros son más grandes y cuentan con ortostatos de tamaño medio, algunos de los cuales se encuentran todavía de pie. No parece que guarden un orden prefijado, aunque unos pocos forman pequeños grupos separados. Todos tienen en común que han sido vandalizados y sus elementos se encuentran desperdigados por la zona.

Un arbolito al lado del camino ofrece un poco sombra para comer y descansar un rato.

La marcha continua y delante del coche aparece una acumulación de lajas de piedra con forma de prisma cuadrangular. No lleva señales, ni marcas, ni carteles, pero a mi me viene a la cabeza que esa cosa de apariencia inútil, en mitad de la nada, no está allí porque ha caído del cielo. Miro alrededor, busco carteles, busco alguna señal y nada. No veo nada sospechoso. Pero mi cabeza me dice que es momento de poner otra vez la música del señor Mancini.

Hace poco se quedó atrás un campamento nómada en el que solo vi a una mujer y un niño pequeño. Ahora empiezo a ver dromedarios pastando cerca. Bueno, el pozo no pilla lejos. Los dromedarios son cada vez más numerosos y están por todos lados.

Subo una colina y observo en la cima un talud de arena. Un Muro que no viene en el mapa. Es extraño, pero es solo un rectángulo que ha podido haber servido temporalmente. Lo rodeo y corono la cima.

Me paro para hacer algunas fotos y entonces lo veo. A lo lejos, detrás nuestra, hay un cartel blanco con letras rojas. No alcanzo a leerlo pero no hace falta. Hemos visto muchos iguales a lo largo de la zona militar que bordea el Muro y todos dicen lo mismo "DANGER ZONE MILITAIRE", solo que este no ha aparecido delante, sino detrás nuestra. Eso quiere decir que no es que entremos, sino que "SALIMOS DE LA ZONA MILITAR" y que la hemos estado cruzando desde... ?. Posiblemente desde el cubo de piedra sin marcas.

Bueno, a lo hecho, pecho. Nadie nos ha lanzado un misil desde un dron. Ni siquiera nos ha disparado con un viejo Kalachnikov. Eso está bien. Claro que, como decía el viejo chiste... "esto no se quedará así".

A la llegada al pozo cercano ¡sorpresa! A la sombra de la pequeña casita que hay al lado, tumbados sobre un poyete de piedra, tres chavales jóvenes sestean. Llevan ropa de calle, pero no engañan a nadie. Al momento, asoma una cabeza por la ventana, y sale un cuarto hombre corriendo de la casa haciendo señas de que paremos. Y en la puerta, se queda un quinto.

Se identifican y hacen lo de siempre: "pasaporte...", "venimos de...", "vamos a...", "espera aquí..." Solo que por su cara, se nota que no son mucho los que aparecen por el sitio que hemos aparecido nosotros y no sabe como hacer el protocolo habitual. Hablamos, se interesan por la ruta, fotografían los coches y llaman al superior. A la sombra se está mejor que en el coche y decido sentarme en el poyete con los soldados. Al momento, traen un té y me confirman que esperamos al jefe.

Auserd no está cerca aún. Puede que a 50 kilómetros o más. El jefe va a tardar por lo menos tres tés. Son las 5 de la tarde. Paciencia.

Bastante rato después aparecen los oficiales. No un coche, sino dos. No entiendo muy bien su organización pero parecen oficiales de distintas unidades porque ambos grupos toman nota de todo lo que decimos. Afortunadamente, uno de ellos habla francés, lo que ayuda bastante. Repetimos todo un par de vece, les muestro la tableta con el track, les convenzo que en el camino no nos hemos cruzado con ningún militar, que tampoco hay carteles o señales a excepción del que está cerca del pozo... Y no se explican como hemos podido pasar sin impedimentos.

La parada me ha servido para observar debajo de mi Jierro una mancha. Se trata del líquido de frenos. Hay una gota que sale de una curva del tubo que va para el eje trasero. Sin duda, algún empalme se debe haber aflojado con tanta pista. Mañana, con más luz, lo veré tranquilamente.

Al final deciden hacer algo parecido a un atestado por lo que no "invitan" a que les acompañemos hasta sus "oficinas". Ni que decir tiene que nosotros nos mostramos "encantados" de su invitación. Nos gusta hacer amigos en todos lados.

Subimos todos a los coches y nos ponemos en marcha. Ya se ha hecho de noche y estos conductores están acostumbrados a moverse por esta zona. A nosotros nos parece campo a través. Y a una velocidad que es como si sus vehículos no los pagaran ellos, ya ves.

Me explican que nos llevan en dirección a la carretera, supongo que esta pista atravesará algunas instalaciones militares y eso no es posible con nosotros. En un momento dado, se paran y parece que se ponen de acuerdo en algo. Mi colega me dice en broma que están acordando el sitio para liquidarnos y terminar el problema :-)

Corren como locos y yo no quiero romper mi Jierro contra algo en una pista desconocida y en la que no logro ver demasiado, así que pongo largas y aflojo para quedarme atrás. Al momento se paran y me esperan. Preguntan por el motivo de ir tan despacio y les cuento que me he quedado sin freno atrás y que no me voy a matar por estas pistas. Uno de los chóferes busca en su vehículo pero lo que encuentra es hidráulico de dirección. No queda más remedio que seguir pero más tranquilos.

Cuando llegamos a Auserd, dejo mi coche aparcado en la gasolinera (me aseguran que aquí no lo toca nadie, me lo creo) y me subo en el de mi compañero Joaquín en dirección al acuartelamiento.

Terminamos en una pequeña oficina con algunos ordenadores (observo que disponen de ¡dos! líneas de fibra óptica) y empiezan a escribir sus informes mientras nos van preguntado los detalles personales y de la ruta.

Nos ofrecen agua (hace calor a pesar de ser ya noche cerrada) y en un momento dado salimos a la puerta a tomar el aire. Confraternizamos con algunos que han visitado Europa y vemos fotos de ellos y sus familias. La cosa va despacio. Ya sabemos como es la burocracia en todos lados.

Y cuando ya vemos el final, nos pegan el palo. Ahora hay que ir a hacer lo mismo a la Gendarmería Real ¡Madre mía! Pues nada, a hablar con los gendarmes.

Subimos a los coches y los militares nos "presentan" a los gendarmes y se despiden de nosotros. Y empezamos de nuevo.

Aquí, uno de los gendarmes estudia castellano y creemos que la cosa se aligerará un poco, pero son tantos papeles que se tarda irremediablemente un siglo. Detrás de donde estamos sentados hay dos celdas cerradas. Están limpias y pienso si nos las prestarían un rato para echar un sueñecito. Pero mejor me callo y seguimos sentados. No estoy seguro cómo de largo será el sentido de humor del oficial al mando a esta hora de la noche.

Supongo que habré pasado a formar parte de los archivos de la Gendarmerie Royal, por lo que si ya antes me portaba bien en nuestro país vecino, ahora tengo que ser un ciudadano ejemplar, sin más remedio.

Total, entre una cosa y otra, salimos a la calle a las 3 de la mañana. 10 horas, una detrás de otra. Todo sea por contar con nuevos amigos en Auserd. Un sitio bonito al que habrá que volver pronto. Y esta vez si trasnochar.

Resumiendo, hoy tocaba ir a Auserd y aquí estoy.

(para ampliar las fotos, pulsa sobre ellas)












jueves, 30 de noviembre de 2023

Una información que vale su peso en oro

Siguiendo las indicaciones de la patrulla militar que se encontró con nuestro campamento (me lo dejaron muy claro), la única pista posible hacia el sur desde aquí es la de Bir Anzeran, así que esta mañana toca desayuno y despedida del vigilante de los grabados y su esposa. Han sido dos personas muy amables, con las que hemos podido charlar y aprender cosas de esta tierra.

A partir de aquí solo habrá terreno llano y cómodo debido a la arena . La palabra que se me ocurre es simplemente GRANDE. Serán algo más de 300 kilómetros de pista que yo haría tranquilamente en dos etapas (a mí me gusta curiosearlo todo), pero... las circunstancias son las que son. Así que... ¡como si me persiguieran!

Desde Laghchiuat era necesario salir a la carretera que unen a El Aaium y Bucraa con Guelta Zemmur. Es sólo un rato de coche. Eduardo deja el grupo, debe embarcar en unos días y no dispone de más tiempo. En la carretera hay un pequeño asentamiento con un café (bueno, más bien en proyecto aún), aprovechando el paso del autobús para los que desean ir a El Aaium. Lo más destacable es la cantidad de basura que hay por todos lados. No entiendo como pueden originar tantos desechos plásticos tan pocas personas. Y como pueden tirarlos y amontonarlos en las puertas de sus casas. Supongo que el viento la esparcirá por todo el desierto y la arena la enterrará en el próximo siroco. Un ejemplo típico de lo que pasa en todo el planeta.

En fin. Decimos adiós al compañero y comienzo la búsqueda de la pista que arranca enfrente mismo de la aldea. No es difícil seguirla. Es ancha, bien marcada y de tierra dura. Estamos Joaquín y yo solamente.

El viaje lo ameniza una señal en la radio que no es clara pero que parece como si alguien lejano estuviera en la misma sintonía. Al principio es soportable, pero la insistencia la hace ya molesta. Es mejor cambiar la frecuencia y listo. Ahora que el terreno es llano probamos con los aparatos de CB de que disponemos, pero la señal no es todo lo clara que nos gustaría, así que seguimos como antes.

Voy viendo en el mapa los nombres de las zonas por las que voy pasando: Guetem Laarad, Legtem, Hofrat Laayerma, Solb Taiaret... Supongo que deben ser nombre saharauis porque no me suenan al árabe marroquí ¿Será Hassanía? 

No vemos ningún signo de vida en este primer tramo. Es comprensible. Son viejas zonas de pastos que hoy solamente están salpicadas de pequeñas islas de acacias en el mejor de los casos, unidas por mares de arena. Son ya 7 años sin caer una lluvia decente.

En una de ellas hacemos un descanso. Compruebo que estoy equivocado con respecto a la fauna. Además de las pisadas de dromedarios, compruebo que hay bastante de reptiles, pajarillos y un rastro de un ave de mediano tamaño que se dedica a circular entre los árboles supongo que detrás de algunos insectos. Me llama la atención un tipo de hormiga plateada que salen de su agujero y que, llevadas por el viento, parecen volar

En mi paseo distingo un brillo a unos 10 metros de mí. Suponiendo que será algún plástico de algunos que ha pasado antes por aquí, me acerco y compruebo que es una moneda que asoma un poco de la arena. La saco y lo que me parecen 2 euros al pronto, resulta ser 10 dirhams marroquíes fechados en 1987 y con la cara del padre del rey actual.Que curioso. Encontrar una cosa tan pequeña en un sitio tan grande.

A unos 100 kilómetros aproximadamente veo unas rodadas que toman rumbo sureste. Consulto el mapa y veo que van directamente hasta encontrase con mi ruta de Auserd y siento ganas de seguirlas, pero no serviría de nada si entra en zona militar, como dijo anoche el oficial.

 La pista no es difícil de seguir. En realidad es la misma que se usó para celebrar el París-Dakar. Se reconoce por los montículos de tierra a ambos lados que servían de señalización. 

La hora de comer nos pilla en una zona bastante pobre después dejar atrás pequeños manojos de árboles. A lo lejos se ve una mancha que parece desde lejos una gran acacia. La realidad es otra. Sólo es una pequeña acacia que ha servido para lo mismo en muchas ocasiones, dada la gran cantidad de latas y otros deshechos a su alrededor. Pero no hay más remedio que conformase con su pequeña sombra, que se agradece como si fuera un tesoro.

Se atraviesa lo que parecen algunos cauces de ríos que confluyen en otro mayor o quizás en una zona inundable, aunque es difícil decirlo con seguridad a ras de suelo. En una de sus riberas situada en alto abundan rocas cristalizadas en colores ocres y con formas curiosas que me recuerdan a corales.

Un último tirón y salimos a una carretera no señalizada en el mapa. Tiene que venir de Bir Anzeran, aunque no es seguro a dónde llega, aunque supongo que a cualquier punto del muro militar que no está demasiado lejos.

Enfilamos al Oeste y en una media hora aparece Bir Anzeran. Afortunadamente hay diesel y lo primero son nuestras máquinas. Hay bar-restaurante pero no hay comida. Afortunadamente cuento con provisiones y en la tienda (hay tienda) están sacando pan fresco. También parece que hay alojamiento, pero sigo prefiriendo dormir en mi colchón.

Es temprano y hay tiempo para charlar con la gente... ya sabes... ¿de dónde vienes? ¿ a dónde vas?... 

Y una vez terminados los cumplidos y seleccionando con mucho cuidado al personal, pregunto por la pista a Auserd. Nadie parece extrañarse (eso es buena señal) y alguien dice las palabras mágicas...

  • ¿quieres ir por los militares o por la otra
¡Joer! las orejas se me ponen tiesas como los duendes...
  • ¿La otra?, pregunto como el que no quiere la cosa.
  • Sí, hombre por tal sitio y tal otro... me dicen.
  • Pero ¿no está prohibida?
  • No, que va, esta no. La de los militares, sí.
  • Y ¿por dónde dices que va? Y en cinco minutos tenía una ruta alternativa para llegar a Auserd.
No me lo podía creer.

Bueno, la patrulla de ayer me indicó Bir Anzeran y aquí estoy. No me dijo nada a partir de aquí. Y si los nativos dicen que no está prohibida ¿quién soy yo para llevarles la contraria, no te parece? :-)

Antes de cenar tenía ya un proyecto de pista. Tan sólo al final, los últimos 50 kilómetros, me generaban dudas. La pista se pierde y no encuentro clara la ruta. Ya veremos cuando llegue allí.

Es hora de cenar y dormir. Nos encontramos a la salida del pueblo una urbanización prácticamente vacía. Su calles están planas y las casa nos quitará el viento que no para de soplar. Una cena ligera y a dormir que mañana habrá aventura (aunque yo todavía no lo sabía).

(pulsa sobre la imagen para ampliarla)












martes, 28 de noviembre de 2023

Las piedras azules

Hoy necesito un día tranquilo. Levantarse sin prisas, desayunar sin prisas, dar una vuelta por Esmara sin prisas y reponer algunas cosillas que se han acabado en la despensa, sin prisas también.

Todavía tengo la cabeza llena de la paliza del Saguia y la llegada nocturna a Esmara. Aunque también la tengo de la visión del enorme Gaat que tuvimos el honor de cruzar ayer. No veo el momento de volver.

Pero ahora... dar una vuelta por la esta pequeña ciudad es siempre un placer. Andamos la avenida principal, observar a las personas que van y vienen, sentirse observados por ojos medio ocultos, entrar en la zona comercial aunque aún es muy temprano para eso, comprar algo de fruta fresca (que buenas las manzanas de Midelt), aprovisionarme de té verde (aquí se vende en paquetes grandes de medio kilo y hasta de dos kilos), el pan del día no puede faltar, algo de bollería artesana, una funda discreta para la rueda de repuesto (je,je), artículos de limpieza...

Se descubren cosas curiosas. Aquí, cuando el dueño se ausenta, no hay que dejar carteles. Basta con cruzar una escoba en la puerta para que nadie se moleste en entrar. Grandes estos saharauis.

También que algunas personas hablan castellano con mayor o menos fortuna. Algunos han trabajado en la cercana Canarias, pero que por un motivo u otro han regresado. Otros se siente orgullosos cuando comentan que sus padres o abuelos tienen su DNI guardado, que un dia ya lejano trabajaron para la administración española y que ellos le han enseñado lo que saben de esa lengua. Sinceramente, a mi se me coge un pellizco en el estómago cuando escucho esas cosas y pienso cómo la administración española los abandonó en su día. Y, sobre todo, cómo las sucesivas administraciones ya en democracia, siguen abandonándolos. Lo que sigue ahora me lo cayo porque no es políticamente correcto y no quiero terminar en los juzgados.

Entre el paseo y preparar el coche, arrancamos bastante tarde, pero ¿qué más da? Son apenas 200 kilómetros de terreno llano y arenoso lo previsto para hoy. Además la ruta elegida es la misma del año pasado y entonces no vimos dificultades ninguna. La ruta nueva por las montañas de Amgala que yo traigo preparada se queda en reserva para otra ocasión, militares dixit.

Al atardecer vemos las pizarras azules de Laghchiuat. Tenemos el tiempo justo para echar un vistazo a un buen puñado de grabados. Es buena hora. El sol está cayendo y la luz horizontal favorece que se vean mejor.

Ya casi en la oscuridad formamos el campamento al resguardo del viento con la casa del vigilante. En ello estamos cuando se aproxima un coche desde el sur. No es un coche militar, pero se bajan cuatro militares de él. Ya sabes... papeles... fotografía de las matrículas... de dónde vienes... a dónde vas... El protocolo.

Cuando terminan nos preguntan si tenemos compresor. Han pinchado y no tienen ya rueda de repuesto. Eduardo, con toda amabilidad, le soluciona el pinchazo y le llena la goma. Yo aprovecho para enterarme cómo está la pista que va a Guelta Zemur. Prohibida. ¿Y la que va directa a Ausserd?. Prohibida. ¿Y la que va a Bir Anzerane?. Buena. ¿Y desde allí a Ausserd? Buena.

Eah, solucionada la pista de mañana. Buenas noches.

(si quieres ampliar las imágenes, pulsa sobre ellas)

















jueves, 23 de noviembre de 2023

El Draa, por fin

 Un Bulbul de los jardines me acompaña en casi todo el desayuno. No sé si es que tiene mucha hambre y le merece la pena el riesgo de acercarse o es que me trae buenos augurios para el nuevo día.

La noche en Tata ha sido tranquila. Ducha caliente (por fin), buena cena, tranquilidad y descanso. Ahora, desayuno con pan recién hecho, té a voluntad, huevo a pellizcos y cosillas para acompañar.Se hará tarde pero ¿y qué? El río no se moverá del sitio.

Carretera hasta Assa, carburante y refugio para las horas de más calor. La salida se hace con ganas. Hay que salir en dirección a Zag y la pista no está lejos de Assa.

Esta pista bordea el cauce por la margen izquierda. La pista es buena te permite llevar un buen ritmo. Las montañas forman un bonito decorado tanto por el sur como por el norte.

Los años de lluvia, el río debe ser muy generoso porque son frecuentes los rebaños de cabras y de dromedarios. Y de vez en cuando se ven a lo lejos los campamentos de los ganaderos, donde no falta el consabido Land Rover aparcado fuera.

También se ven cerca de la pista algunas acumulaciones de piedras que no se pueden catalogar ni como túmulo prehistórico ni como enterramiento más moderno. Me gustaría tomarme tiempo para investigar por la zona. Otra vez será.

La tarde se acaba y no es cuestión que nos coja la noche en una zona peor, así que nos arrimamos a unos arbustos con alguna acacia y montamos el campamento. 

Estiro las piernas dando un paseo por los alrededores y no pierdo ocasión de buscar rocas curiosas. El río pasa por muchos sitios y puede arrastrar piedrecillas de distintos lugares. Encuentro algunas que me llaman la atención, como unas calizas cristalizadas con tonos azules. Además, entre todas ellas, dos son especialmente curiosas: negras y pesadas, lo que me hace pensar en meteoritos. Yo no soy un entendido, pero una levanta mis sospechas que resultarán acertadas más tarde cuando se las muestro a un experto de Esmara, que me da consejos sobre dónde, cómo y a cuánto venderlo. Pero acabo de encontrar mi primer meteorito sahariano y este se merece quedar en mi colección de rocas y minerales.

La fauna es más escasa (metemos mucho ruido). Solo me encuentro la madriguera de ese simpático lagarto rechoncho y de cola espinosa (Uromastyx) tan habitual en el desierto y los caparazones de unos caracoles ¿terrestres? parecidos a nuestros burgaillos gaditanos. Hipótesis: existe un caracol del desierto con forma de burgaillo, la marea del atlántico llega hasta aquí en ocasiones o ha pasado por aquí un gaditano comilón no demasiado limpio. Una de las tres acertará a menos que alguien me los identifique.

El sitio está bien. Una vaguada tapada de la vista de los alrededores y relativamente lejos de la pista. Sólo una vereda de animales pasa cerca por lo que creo que estaremos tranquilos. 

Pero eso en el desierto no es verdad. Siempre hay un par de ojos que te encuentra. Casi anochecido ya se escucha un motorcito y aparece un chaval con su motillo de 49 cc. equipada con unas alforjas y sus prismáticos colgados del cuello. Resurta ser un pastor que ha acabado sus jornada laboral y regresa a Assa. Habla un rato con nosotros y acepta contento cualquier cosa que se le regale, sobre todo, ropa. Espero que sepa algún camino que acorte el trayecto porque de lo contrario va a hacer 60 kilómetros con la noche ya cerrada.

(puedes ampliar las imágenes pulsando sobre ellas)










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lunes, 15 de julio de 2019

Pisteando por las fronteras de Marruecos

Mi amigo Rafael y yo pertenecemos al Club Land Rover Todo Terreno.

Somos los afortunados dueños de un Santana del 83 y de un Discovery del 95, respectivamente. Bueno, lo de "dueño" es tan solo una figura poética porque en realidad, cuando viajamos en su interior, sólo llegamos hasta donde nuestro vehículo quiere. Aunque el caso es que normalmente quiere hasta sitios donde no todos los coches llegan. Y eso, para nosotros, ya es más que suficiente.

Este año hemos coincididos en algunas rutas con otros amigos landroveros y de esta forma, los dos  hemos fraguado un plan: Viajar a Marruecos y recorrer la frontera argelina y saharaui por pistas. Lo más junto posible a ella y todos los kilómetros que nos permitan las circunstancias.

Rafael se ha puesto mano a la obra y ha eleborado una serie de rutas que nos llevará desde Tánger hasta Esmara, casi 2800 kilómetros de pistas off road (casi exclusivamente).

En total han sido 15 días, aunque dos de ellos fueron de regreso, uno lo pasamos sin movernos de Figuig de visita turística y otro en Tata descansando y arreglando algún que otro desperfecto de mi coche.
En la imagen, en rojo nuestro camino
Han sido 11 tracks los que he grabado a nuestro paso. Están comprimidos en un archivo ZIP protegidos con una contraseña que puedes encontrar en los comentarios. Haz clic sobre la flecha para descargarlos:


Si las quieres ver antes en Wikiloc, estos son los enlaces:

1/11 M'Diq-Alhucemas

2/11 Alhucemas/Nador-Chott Tigri

3/11 Chott Tigri-Ich-Oasis de Figuir-Ksar Zenaga

4/11 Oasis de Figuig-Mengoub-Beni Tajjite-Ksar Tazougart-Boudenib

5/11 Boudenib-Erfud

 6/11 Erfud-Merzouga-Tafraout Sidi Ali

7/11 Tafraout Sidi Alí-Tagounite-M'Hamid El Ghizlane

8/11 M'Hamid-Tissint

9/11 Tata-Garganta de Timkit-Mina de oro de Imlioua-Agrd Tamanrt-Icht

10-1/11 Fam El Hisn-Assa

10-2/11 Assa-Campamento cerca del Draa

11/11 Campamento cerca del Draa-Esmara

Y una imágenes para que te hagas una idea de cómo es aquello, aunque lo suyo es ir en persona porque todo lo que puede transmitir esos paisajes no se puede encerrar en una máquina de fotos.





sábado, 26 de noviembre de 2016

Taragalte: Festival en el Desierto

De este año no pasa. Este año me hago los casi mil kiómetros que me separa de M’Hamid y no me pierdo uno de los mejores de música étnica de los alrededores.
Son un puñado de actuaciones de grupos del Magreb y del Sahel entre los que este año se encuentra Tinariwen, y eso no se puede perdonar.
Si te interesa más información, puedes visitar la página del festival. Además te vendrá bien si te decides asistir el año que viene.
La ida me la salto. Ha sido un atracón de carretera desde Ceuta, Rabat, Marrakesh, Ouerzazate… en la que no ha faltado el consabido camión llevando una carga XXXL de paja (esta vez por autopista, sin complejos el tío) y los consabidos controles móviles de velocidad de esos de aquí te pillo, aquí te mato y… ¡son 400 dihams, jae!
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Pero la llegada… ha sido todo un lujazo y hace que se te olvide el cansancio y merezca la pena hacer tanto kilómetros.

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Un lujo de alojamiento en el desierto
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Y un lujo de cielo

Pero vamos a lo que hemos venido. ¿Mi experiencia del festival? Pues un Bien por el festival y un Sobresaliente por todo lo demás.
M’Hamid El Ghizlane (El Llano de la Gazelas) es un pequeño pueblo del Sur de Marruecos junto a la orilla norte del río Draa, el río más largo de Marruecos que naciendo en el Atlas, muere en el Atlántico, pero sus aguas sólo llegan al océano los años de mucha lluvia, el resto lo hace en los arenales que encuentra a su paso. Eso quiere decir que cuenta con un extenso palmeral de datileras (y noviembre es el mes de recogida de los dátiles) debajo de las cuales existen todo tipo de huertecillos y algunos frutales que se riegan con sus aguas.

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Esta palmera estaba cerca de la puerta de nuestro alojamiento
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No te digo nada de la cantidad de charlas tú a tú que hemos tenido durante los días del  festival.
De todas formas, las montañas del Atlas han quedado atrás y estamos en las llanuras semidesérticas que se extienden ya hasta el mismo desierto del Sáhara, por eso es posible encontrar ya tanto los extensos arenales (erg) como extensas llanuras de piedras negras (hamada), salpicadas de algunos oasis donde es posible practicar la ganadería y la agricultura, aunque no extensivas, sino dependiendo directamente de personas con nombre y apellidos.
El asfalto ya llega hasta aquí (y, según se mire, mejorando día a día), así que el pueblo cuenta con un buen puñado de alojamientos y es normal ver por su calle principal deambular todo tipo de guiris, eso sí, casi todos con un buen look étnico-hippie. No faltan los 4X4 y otro cacharros motorizados de alquiler para recorrer sus campos de forma apresurada y cómoda.
El festival… pues ha sido un festival al uso si lo miras globalmente, pero nada que ver si empezamos a mirar con detalle por todos los rincones. Para empezar… el sitio…

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Todo el recinto del festival. Las tiendas oscuras corresponden al escenario y dependencia anejas. Las tiendas blancas se destin para los músicos y organización. el resto están un poco más lejos y no se aprecian bien en la panorámica.
Un enorme arenal al sur de M’Hamid en el que se ha plantado todo lo necesario: desde un pequeño escenario bien dotado de iluminación y potencia de sonido suficiente teniendo en cuenta que estamos al aire libre, tiendas de alojamiento, tiendas de reunión de músicos y asistentes, tiendas de exposiciones, tiendas de alojamientos para los acompañantes de los grupos, tiendas de comida, tiendas de merchan, tiendas, tiendas… y más tiendas.

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Una puerta en medio de nada es la puerta del festival. El resto, dunas y arena vigiladas de lejos por un puñado de voluntarios. La verdad es que la taquilla está puesta para nosotros, los guiris, porque la gente del pueblo entraban toda libremente.

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Las tablas y el backstage que no puede faltar en ningún festival aquí está bajo una pesada lona tejida con pelo de camello, al estilo tradicional de las jaimas del desierto.

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Y como puedes ver por el cartel del festival, los pratocinadores han sido muchos y algunos muy potentes, como el mismísimo gobierno de los USA, a través de su embajada, lo que explica que me haya cruzado esta misma mañana con tres furgonetas iguales, de una marca conocida de vehículos yanquis y con aspecto de pesar mucho, mucho, rodando por una carretera estrecha tan juntas que recordaban a las películas de acción, y que llevaban en su interior a señor embajador y su comitiva. Y ahora que lo pienso ¿tendran algo que ver esos caminones y coches cargados de militares que ayer cruzaron el pueblo? Vete tú a saber.

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Dentro del recinto, esta mañana se trabajaba a todo tren. Desde poner en funcionamiento los generadores encargados de suministra energia eléctrica a los equipos hasta recibir a los músicos a su llegada, pasando por la s tiendas de servicio, aunque ¿quién necesita una tienda cuando hay espacio de sobra?

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Por la tarde, mientras los organizadores daban los discursos pertinentes y saludaban a las personalidades presentes, el público empezaba a tomar las dunas de los alrededores. Y no pienses que en las dos fotos de arriba están todos, es que a mí me llamó la atención este grupo de paisanos y este targuí solitario que reivindicaba de vez en cuando el estado Azawad, ya que los tuareg, aunque emparentados culturalmente con los bereberes marroquies se mueven entre Argelia, Malí, Mauritania y Níger.

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Durante la tarde pudimos disfrutar de actuaciones dispersas por todo el recinto de grupos tradicionales de diversos puntos de Marruecos… La música local estaba representada por Aidous, Shamra, Rokba, Akalal o Ganga, que habían viajado con sus familias y amigos y que estaban acampaddos por los alrededores en grandes jaimas.


Pero lo mejor estaba en el recinto central, donde pudimos mezclarnos con toda clase de gentes que participaban o asistían al festival. Y para eso, lo mejor es pasar desapercibido, jeje

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Y de grupo en grupo se fue pasando la tarde, en la que no podía faltar la reunión alrededor de una tetera. Aunque yo me hubiera apuntado mejor a compartir esos cacharros puestos al fuego y que desprendían un olorcillo que invitaba a permanecer sentado cerca de estas familias que acampaban allí mismo, al mejor estilo nómada.

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Y en cuanto la oscuridad se hizo general, dio comienzo el octavo (creo) Festival Taragalte por la cultura nómada y músicas del mundo.

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<continuará>