Hoy necesito un día tranquilo. Levantarse sin prisas, desayunar sin prisas, dar una vuelta por Esmara sin prisas y reponer algunas cosillas que se han acabado en la despensa, sin prisas también.
Todavía tengo la cabeza llena de la paliza del Saguia y la llegada nocturna a Esmara. Aunque también la tengo de la visión del enorme Gaat que tuvimos el honor de cruzar ayer. No veo el momento de volver.
Pero ahora... dar una vuelta por la esta pequeña ciudad es siempre un placer. Andamos la avenida principal, observar a las personas que van y vienen, sentirse observados por ojos medio ocultos, entrar en la zona comercial aunque aún es muy temprano para eso, comprar algo de fruta fresca (que buenas las manzanas de Midelt), aprovisionarme de té verde (aquí se vende en paquetes grandes de medio kilo y hasta de dos kilos), el pan del día no puede faltar, algo de bollería artesana, una funda discreta para la rueda de repuesto (je,je), artículos de limpieza...
Se descubren cosas curiosas. Aquí, cuando el dueño se ausenta, no hay que dejar carteles. Basta con cruzar una escoba en la puerta para que nadie se moleste en entrar. Grandes estos saharauis.
También que algunas personas hablan castellano con mayor o menos fortuna. Algunos han trabajado en la cercana Canarias, pero que por un motivo u otro han regresado. Otros se siente orgullosos cuando comentan que sus padres o abuelos tienen su DNI guardado, que un dia ya lejano trabajaron para la administración española y que ellos le han enseñado lo que saben de esa lengua. Sinceramente, a mi se me coge un pellizco en el estómago cuando escucho esas cosas y pienso cómo la administración española los abandonó en su día. Y, sobre todo, cómo las sucesivas administraciones ya en democracia, siguen abandonándolos. Lo que sigue ahora me lo cayo porque no es políticamente correcto y no quiero terminar en los juzgados.
Entre el paseo y preparar el coche, arrancamos bastante tarde, pero ¿qué más da? Son apenas 200 kilómetros de terreno llano y arenoso lo previsto para hoy. Además la ruta elegida es la misma del año pasado y entonces no vimos dificultades ninguna. La ruta nueva por las montañas de Amgala que yo traigo preparada se queda en reserva para otra ocasión, militares dixit.
Al atardecer vemos las pizarras azules de Laghchiuat. Tenemos el tiempo justo para echar un vistazo a un buen puñado de grabados. Es buena hora. El sol está cayendo y la luz horizontal favorece que se vean mejor.
Ya casi en la oscuridad formamos el campamento al resguardo del viento con la casa del vigilante. En ello estamos cuando se aproxima un coche desde el sur. No es un coche militar, pero se bajan cuatro militares de él. Ya sabes... papeles... fotografía de las matrículas... de dónde vienes... a dónde vas... El protocolo.
Cuando terminan nos preguntan si tenemos compresor. Han pinchado y no tienen ya rueda de repuesto. Eduardo, con toda amabilidad, le soluciona el pinchazo y le llena la goma. Yo aprovecho para enterarme cómo está la pista que va a Guelta Zemur. Prohibida. ¿Y la que va directa a Ausserd?. Prohibida. ¿Y la que va a Bir Anzerane?. Buena. ¿Y desde allí a Ausserd? Buena.
Eah, solucionada la pista de mañana. Buenas noches.
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