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jueves, 9 de noviembre de 2023

Las gargantas del monte Toubkal

 Toubkal es el nombre que recibe la montaña más alta del Atlas. casi 700 metros más que nuestro querido Muley Hacen de la Sierra Nevada nazarí.

No fue en ningún momento intención mía subir a la cima de semejante mole. Me conformaba con llegar al lago Ifni que está algo más abajo.

Pero algún djinn atlante se divirtió ese día cortando la pista de subida a unos 10 km de la meta. Estaba claro que la subida al Ifni se quedada para otra ocasión porque la meta de la expedición estaba en el Sáhara y no en estas montañas. ¿Quien sabe? A lo mejor la próxima primavera.

A pesar de la rápida de la incursión, pude tomar nota de que las aguas de las montañas forman varias gargantas. Las dos principales son la del río Islani y la del río Tisgui, que se unen más abajo en el río Suss, el cual muere en el Atlántico a los pies de Agadir. En ellas se concentran la mayoría de la población que levantan pequeños pueblos agarrados a las laderas, con las típicas casas de adobe imazighen (o bereberes), hoy ya sustituidas por casas de cemento y ladrillo y que, por desgracia, algunas enseñan las heridas producidas por el reciente terremoto.

Como dijo ese general en Filipinas... ¡Volveré!

(pulsa sobre la imagen para verla ampliada)










martes, 7 de noviembre de 2023

El Atlas de norte a sur

 Hoy, la idea es pasar de la región de Marrakech a Sour, una zona en la falda sur del Atlas, cerca ya de Toubkal y su famosa altura.

He preguntado y me aseguran que el paso desde Ourika sigue cortado, así que no queda más remedio que cruzar por la N9 y su famoso paso de Tizi n'Tichka que para mí tiene algo especial porque me sigue impresionando como el primer día.

Eso implica recorrer gran parte del El Haouz, la zona más afectada por el terremoto y donde se encuentra su epicentro. No queda más remedio que ir preparado para cualquier cosa.

Lo primero es atravesar la zona agrícola entre el cauce medio del río Ourika y el río Cha'Bat Boulmas. La carretera está bien asfaltada y la mayor dificultad fue cruzar el zoco que ese día se organizaba en Tiguemmi. La vista se llena de las tierras rojas de Marrakech plagadas de olivares de todas las edades, frutales y algunos cultivos de secano.

Cerca ya de Tizi n' Sagdal. la carretera se acaba y hay que cruzar los dos brazos del río para alcanzar la nueva pista en construcción que llega hasta Tassalt. Este es un pueblo amazight que merece visitar, pero procura hacerlo a pie porque si lo haces con tu coche, solo la amabilidad de las personas que alli viven te ayudarán a desencajarlo de cualquiera de sus calle por la que te metas.

La pista arranca unos metros antes de llegar al pueblo. Se trata de la típica pista del Atlas: estrecha y pedregosa. Pero cumple su misión de llevarme hasta la entrada del valle de Zat, por un puerto a más de 1700 metros de altura.

La vista  desde este puerto hasta la salida oeste (otro puerto a unos 15 km en línea recta de similar altura) es una alegría para la vista. Terrazas verdes con cultivos de todo tipo se suceden por las faldas de los montes cercanos. Canales de agua a los lados del camino a pesar de la estación tan seca como es la actual y el bullicio de campesinos por todos lados, incluidas las calles de Tagant, el núcleo urbano mas grande de los alrededores, invita a bajarse del coche y mezclase con la gente. Personas sencillas que no dudan en hacerte señas para que les ahorres una caminata y que te agradecen sinceramente, a pesar de no poder comunicarnos verbalmente. Es una pena que sea tan temprano para montar el campamento porque a la entrada de Tagant hay una zona junto al río a propósito para hacerlo. La próxima vez.

La carretera de subida al puerto de salida del valle termina en el zoco El Had Zerkten, un fondak donde se puede uno comer un plato de carne y reponer fuerzas antes de enfrentarte al padre de los puertos: el Tizi n' Tichka, 2213 metros. Nada que ver la carretera actual con la original.

En Agouim hay que cargar combustible y girar a la derecha por la carretera de Timzrite. Allí no hay más remedio que montar el campamento y pasar la noche.

Una anécdota. En la madrugada aparecen unos gendarmes que, preocupados por mi integridad física y la de mis acompañantes, nos invitan a montar el campamento junto a las instalaciones de la tumba del rabino David Ou Moshe, un lugar de peregrinación judía que cuenta con protección policial. Lástima que estuviera cerrada y, por lo que parece, vacía. Hubiera sido algo extraordinario visitar la tumba de este hombre considerado santo por judíos y musulmanes.

(pulsa sobre las imágenes para ampliarlas)










miércoles, 1 de noviembre de 2023

El valle del Ourika

 El río Ourika nace en las faldas del monte Toubkal, la mayor altura de Marruecos. Su hechura es la típica de un río del Atlas: canijo, poderoso y, con suerte, cargado de agua hasta en la estación mas seca.

Este está demasiado "turisteado". Tan cerca de Marrakech es imposible librarse de los pegajosos turistas que recorren los mil y una terrazas de sus orillas. Sin embargo, siempre es posible verlo desde un punto de vista amable si sabes tomar la vida con calma y le haces los honores a una buena tetera mientras, tirado sobre uns colchonetas, te mojas los pies es sus aguas.

Su valle, antes dedicado 100% a la agricultura, esta poblado de grandes nogales entre una vegetación generosa hasta donde el agua moja, al menos. Por sus ramas no es difícil toparse con familias de macacos que también sabe sacarle jugo a las manadas de guiris, esperando sus recompensas en los techos de cualquier chiringuito. 

Una de sus mayores atracciones son sus cascadas, aunque hoy (7 de octubre del año más caluroso que he conocido hasta ahora) no pasan de ser un pequeño salto de agua, suficiente para refrescarte, eso sí. Subir hasta ella no es trabajoso. Solo tienes que seguir el rastro de chiringuitos y puestos instalados a los lados del camino, sin dejar de pasar la oportunidad de probar las exquisitas manzanas que te van a ofrecer.

Salir del valle por la misma carretera por la que entramos no es una opción, así que voy a usar la pista que sube por la montaña en dirección a Tadararte y Setti Fadma (Akarkare, en tamazight). Estoy en El Haouz, una de las zonas más castigadas por el fuerte terremoto ocurrido el mes pasado en Marruecos. Yo nunca he vivido uno y me gustaría ver de cerca sus posibles efectos en los pueblecillos de la montaña. En realidad, la propia pista que tomo ha estado cortada un tiempo, hasta que ha sido reparada y abierta. Las obras se aprecian nada más salir de las ultimas casas.

No hay más subir algunos cientos de metros y ya hay que parar. Admirar el valle desde arriba o las enormes montañas desde abajo, no tiene precio. Seguramente esos sentimientos impulse a ese campesino a lomos de su mulo, a rezar mientras recorre el camino de vuelta a casa.

Un poco más arriba se produce un encuentro curioso. Por un lado, un grupo de niños y niñas aparecen casi de la nada. Son tímidos y huyen de la gente rara que sube por la pista, cosa poco habitual en ellos. Más lejos, junto a un arroyo, un buen número de mantas tendidas, puestas a secar, indican que aquí pasa algo raro. 

La respuesta está a la vuelta de la curva. En una pista lateral se acumulan casi medio centenar de tiendas. Son las típicas tiendas de lona plastificada que han repartido las ONG a las personas que han tenido que dejar sus casas tras el terremoto. La pregunta es ¿qué hacen tan lejos del casco urbano y en un sitio tan inhóspito? La única respuesta que se me ocurre es que están apartados de la vista de los turistas que vienen al valle, no vaya a ser cosa de que les perturbe su feliz viaje. 

La pista continúa ascendiendo por la montaña y mostrando pequeños rincones verdes allí donde hay agua y pequeños pueblos de barro al más puro estilo amazight. Unos mas enteros que otros, unos con más suerte que otros.

Eso sí, los niños son indestructibles, afortunadamente.

(Las imágenes se pueden ver ampliadas pulsando sobre ellas)

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sábado, 21 de marzo de 2015

Del Draa al Ziz (X)

El regreso. Salir temprano de Merzuga, un paso rápido por las calles de  Rissani y Arfud, con sus tiendas de todo tipo en pequeños habitáculos al pié de la carretera, sus talleres en plena calle y sus mujeres cubiertas con mantos negros… el paso por Errachidía y sus calle llenas de instalaciones militares y el descanso de la vista al paso por las aguas de su embalse y ya estamos de camino hacia las montañas de nuevo. Casi sin darnos cuentas estamos observando a los viejos cedros del Atlas sobresalir por encima de los pinos y sabinas de sus laderas. Y en lo más alto de estos montes, nos visita un grupo de macacos acostumbrados ya a los manjares de la especie humana. Pasamos como un relámpago por ese pedazo de Suiza en el Atlas que es Ifrane y ya estamos frente a nuestro destino: Meknes. De aquí a Ceuta, el barco y la casa, ya sólo falta un paso.
Ma-362Ma-363Ma-364Ma-365Ma-366Ma-367Ma-368Ma-369Ma-370Ma-371Ma-372Ma-373Ma-374Ma-375Ma-376Ma-377Ma-378Ma-379Ma-380Ma-381Ma-382Ma-383Ma-384Ma-385Ma-386Ma-387Ma-388Ma-389Ma-391
Bueno. Ahora que lo pienso hoy empieza la primavera. Buena época para viajar otra vez allí.