Si esta mañana le tuviera que poner una banda sonora al recorrido, elegiría sin dudarlo la música que Henry Mancini compuso para la película "La Pantera Rosa", solo que aquí no hay diamantes, ni ladrones y sí muchos policías, como luego te contaré.
Toda la información que yo había obtenido de Auserd, nuestro destino de hoy, tenía una cosa en común: era una ciudad militarizada y, por tanto, prohibida para extraños.
Y aquí me tienes, en Bir Anzeran, un pueblo cuyo casco urbano es más pequeño que el cuartel que tiene al lado, cuya número de población es insignificante al lado del número de militares que se ven de pasar, cuyas calles están recorridas por innumerables camiones del ejército marroquí... dispuesto a salir hacia otra más cerrada aún, sin tener muy claro si la pista elegida está permitida o no y sin saber muy bien lo que nos vamos a encontrar por el camino.
Así que después de desayunar tranquilamente y en abundancia por si las moscas, enfilo el coche por la pista que, casualmente, pasa a escasos metros de la larguísima valla del acuartelamiento.
Primera garita, el soldado se gira, mira para los coches y... no se inmuta (ni llama por walkie). Esta va bien. Aprieto el pedal del acelerador un poco. Segunda garita, más de lo mismo. Paso en el Muro, despejado. Pista, despejada. Me cruzo con un vehículo militar y no se para. Esto empieza bien. Sin duda los paisanos tenían razón ayer cuando dijeron que la pista está abierta.
Al poco de salir, observo que la pista está regular de cómoda con tanta ondulaciones producidas por los vehículos pesados y que a poca distancia, hay una carretera en construcción que, sin duda, arranca de la carretera de ayer y va hacia el sur. La tentación es grande, siempre se va mejor sobre una manta de grava que sobre un tejado de chapa. Pero no la tengo en mis mapas y no sé si tendrá nuestra dirección o no. Además, en algunos tramos hay máquinas y obreros.
Poco a poco, la pista se va poniendo peor y la pista en obra se acerca y se aleja, pero sigue con nosotros. Así que nos saltamos las cunetas y no subimos encima. Algunos obreros nos miran y el que parece el capataz nos saluda con la mano. Hay que parar y hacer los cumplidos. Al final me entero que es de origen argelino, de lo que deduzco que las malas relaciones con Argelia deben ser solo a nivel institucional.
Ya más ligero, puedo disfrutar mejor del paisaje. Incluso da tiempo para admirar un túmulo que hay no lejos de la pista y que yo he marcado como Auserd 1.
Pero la alegría dura poco. La pista se acaba y hay que volver a prestar más atención al volante. La pista original que yo traía de casa no está lejos. Todo lo más a 20-25 kilómetros en dirección sureste.
El paisaje es bonito. Estamos en el área de El Uaara, una zona de pastos (cuando llueve) que continua hacia el este, más allá del Muro. Los lagartos de cola espinosa se ven por docenas y, en ocasiones, hay que desviarse para no atropellar alguno en su huida hacia su agujero. He creído ver también algún roedor, pero no he tenido tiempo de identificarlo. Sé que en dirección sur hay un sebjet (una laguna de agua salada) y algo más lejos hay un conjunto dunar importante, pero con la sequía es seguro que no veremos una gota de agua en él, así que no creo que merezca la pena desviarse tanta distancia.
La pista sigue avanzando aunque no se distinguen rodadas con claridad. Yo continuo más por intuición que por el mapa.
Por fin, nuestra ruta llega a la ruta prevista que viene del norte. El último cuartel que yo localicé en los mapas se ha quedado a unos 10 kilómetros hacia ese norte. Y que hacia el sur, que es lo que toca ahora, las única huellas humanas que he visto es un gran pozo y un campamento nómada.
Estamos en una zona cerca del Muro que arranca en Dajla y de unas pequeñas colinas llamadas Lash. Cambio de rumbo y a navegar por terreno ondulado y pedregoso.
Pronto aparece una agradable sorpresa. A ambos lados de la pista se ven innumerables túmulos prehistóricos.Son muchos y los hay de varios tamaños y formas. Algunos son pequeños y parecen sencillos montones de piedras. Otros son más grandes y cuentan con ortostatos de tamaño medio, algunos de los cuales se encuentran todavía de pie. No parece que guarden un orden prefijado, aunque unos pocos forman pequeños grupos separados. Todos tienen en común que han sido vandalizados y sus elementos se encuentran desperdigados por la zona.
Un arbolito al lado del camino ofrece un poco sombra para comer y descansar un rato.
La marcha continua y delante del coche aparece una acumulación de lajas de piedra con forma de prisma cuadrangular. No lleva señales, ni marcas, ni carteles, pero a mi me viene a la cabeza que esa cosa de apariencia inútil, en mitad de la nada, no está allí porque ha caído del cielo. Miro alrededor, busco carteles, busco alguna señal y nada. No veo nada sospechoso. Pero mi cabeza me dice que es momento de poner otra vez la música del señor Mancini.
Hace poco se quedó atrás un campamento nómada en el que solo vi a una mujer y un niño pequeño. Ahora empiezo a ver dromedarios pastando cerca. Bueno, el pozo no pilla lejos. Los dromedarios son cada vez más numerosos y están por todos lados.
Subo una colina y observo en la cima un talud de arena. Un Muro que no viene en el mapa. Es extraño, pero es solo un rectángulo que ha podido haber servido temporalmente. Lo rodeo y corono la cima.
Me paro para hacer algunas fotos y entonces lo veo. A lo lejos, detrás nuestra, hay un cartel blanco con letras rojas. No alcanzo a leerlo pero no hace falta. Hemos visto muchos iguales a lo largo de la zona militar que bordea el Muro y todos dicen lo mismo "DANGER ZONE MILITAIRE", solo que este no ha aparecido delante, sino detrás nuestra. Eso quiere decir que no es que entremos, sino que "SALIMOS DE LA ZONA MILITAR" y que la hemos estado cruzando desde... ?. Posiblemente desde el cubo de piedra sin marcas.
Bueno, a lo hecho, pecho. Nadie nos ha lanzado un misil desde un dron. Ni siquiera nos ha disparado con un viejo Kalachnikov. Eso está bien. Claro que, como decía el viejo chiste... "esto no se quedará así".
A la llegada al pozo cercano ¡sorpresa! A la sombra de la pequeña casita que hay al lado, tumbados sobre un poyete de piedra, tres chavales jóvenes sestean. Llevan ropa de calle, pero no engañan a nadie. Al momento, asoma una cabeza por la ventana, y sale un cuarto hombre corriendo de la casa haciendo señas de que paremos. Y en la puerta, se queda un quinto.
Se identifican y hacen lo de siempre: "pasaporte...", "venimos de...", "vamos a...", "espera aquí..." Solo que por su cara, se nota que no son mucho los que aparecen por el sitio que hemos aparecido nosotros y no sabe como hacer el protocolo habitual. Hablamos, se interesan por la ruta, fotografían los coches y llaman al superior. A la sombra se está mejor que en el coche y decido sentarme en el poyete con los soldados. Al momento, traen un té y me confirman que esperamos al jefe.
Auserd no está cerca aún. Puede que a 50 kilómetros o más. El jefe va a tardar por lo menos tres tés. Son las 5 de la tarde. Paciencia.
Bastante rato después aparecen los oficiales. No un coche, sino dos. No entiendo muy bien su organización pero parecen oficiales de distintas unidades porque ambos grupos toman nota de todo lo que decimos. Afortunadamente, uno de ellos habla francés, lo que ayuda bastante. Repetimos todo un par de vece, les muestro la tableta con el track, les convenzo que en el camino no nos hemos cruzado con ningún militar, que tampoco hay carteles o señales a excepción del que está cerca del pozo... Y no se explican como hemos podido pasar sin impedimentos.
La parada me ha servido para observar debajo de mi Jierro una mancha. Se trata del líquido de frenos. Hay una gota que sale de una curva del tubo que va para el eje trasero. Sin duda, algún empalme se debe haber aflojado con tanta pista. Mañana, con más luz, lo veré tranquilamente.
Al final deciden hacer algo parecido a un atestado por lo que no "invitan" a que les acompañemos hasta sus "oficinas". Ni que decir tiene que nosotros nos mostramos "encantados" de su invitación. Nos gusta hacer amigos en todos lados.
Subimos todos a los coches y nos ponemos en marcha. Ya se ha hecho de noche y estos conductores están acostumbrados a moverse por esta zona. A nosotros nos parece campo a través. Y a una velocidad que es como si sus vehículos no los pagaran ellos, ya ves.
Me explican que nos llevan en dirección a la carretera, supongo que esta pista atravesará algunas instalaciones militares y eso no es posible con nosotros. En un momento dado, se paran y parece que se ponen de acuerdo en algo. Mi colega me dice en broma que están acordando el sitio para liquidarnos y terminar el problema :-)
Corren como locos y yo no quiero romper mi Jierro contra algo en una pista desconocida y en la que no logro ver demasiado, así que pongo largas y aflojo para quedarme atrás. Al momento se paran y me esperan. Preguntan por el motivo de ir tan despacio y les cuento que me he quedado sin freno atrás y que no me voy a matar por estas pistas. Uno de los chóferes busca en su vehículo pero lo que encuentra es hidráulico de dirección. No queda más remedio que seguir pero más tranquilos.
Cuando llegamos a Auserd, dejo mi coche aparcado en la gasolinera (me aseguran que aquí no lo toca nadie, me lo creo) y me subo en el de mi compañero Joaquín en dirección al acuartelamiento.
Terminamos en una pequeña oficina con algunos ordenadores (observo que disponen de ¡dos! líneas de fibra óptica) y empiezan a escribir sus informes mientras nos van preguntado los detalles personales y de la ruta.
Nos ofrecen agua (hace calor a pesar de ser ya noche cerrada) y en un momento dado salimos a la puerta a tomar el aire. Confraternizamos con algunos que han visitado Europa y vemos fotos de ellos y sus familias. La cosa va despacio. Ya sabemos como es la burocracia en todos lados.
Y cuando ya vemos el final, nos pegan el palo. Ahora hay que ir a hacer lo mismo a la Gendarmería Real ¡Madre mía! Pues nada, a hablar con los gendarmes.
Subimos a los coches y los militares nos "presentan" a los gendarmes y se despiden de nosotros. Y empezamos de nuevo.
Aquí, uno de los gendarmes estudia castellano y creemos que la cosa se aligerará un poco, pero son tantos papeles que se tarda irremediablemente un siglo. Detrás de donde estamos sentados hay dos celdas cerradas. Están limpias y pienso si nos las prestarían un rato para echar un sueñecito. Pero mejor me callo y seguimos sentados. No estoy seguro cómo de largo será el sentido de humor del oficial al mando a esta hora de la noche.
Supongo que habré pasado a formar parte de los archivos de la Gendarmerie Royal, por lo que si ya antes me portaba bien en nuestro país vecino, ahora tengo que ser un ciudadano ejemplar, sin más remedio.
Total, entre una cosa y otra, salimos a la calle a las 3 de la mañana. 10 horas, una detrás de otra. Todo sea por contar con nuevos amigos en Auserd. Un sitio bonito al que habrá que volver pronto. Y esta vez si trasnochar.
Resumiendo, hoy tocaba ir a Auserd y aquí estoy.
(para ampliar las fotos, pulsa sobre ellas)
No hay comentarios:
Publicar un comentario