sábado, 11 de noviembre de 2023

La aldea perdida de Arg

 Para salir del Atlas solo hay un camino: el río. Hay que tomar la carretera en dirección sur hasta encontrar un gran embalse. Entonces se gira al Este y se recorren las tierras volcánicas y secas que no llevaran hasta Uarzazate. Pero no hay que adelantarse que para eso hay que hacer noche en algún lugar aún por determinar.

A lo largo del camino se suceden los pueblos imazighen uno tras otros. Todos con señales más o menos profundas del terremoto del pasado día 9 de septiembre. Laderas desprendidas, rocas caídas por todos lados, casas semienterradas, destruidas, rotas o agrietadas, tiendas de colores en lo que antes eran huertos... y gente haciendo su vida de siempre a pesar de la desgracia que les ha tocado soportar.

Tanta desgracia te quita hasta el ánimo. La visita prevista al cromlech de Askaun, no merece la pena. Su estado es tan ruinoso que cuesta trabajo distinguirlo entre otras rocas dispersas. El ksar de Ighil-n-ou-Ghou está cerrado y parece que está en un estado tan lamentable que ni merece la pena intentar entrar. Y para cuando se puede alcanzar a ver el palacio y el agadir de Aït Talab es tan tarde que mejor pasar de largo. Tan solo una breve parada en el puerto de montaña cerca de Tawrirt-n-Ousghar, te anima a seguir adelante.

Por fin la pista se acaba en Arg, una pequeña aldea a orillas del Assif-n-Warg, pero para comprobarlo hay que llegar al final y atravesar su calle ¿principal?. Es tarde y mucha gente está sentada en las puertas de sus casas, al estilo andaluz, chalando con los vecinos. Nos miran con curiosidad porque aquí no deben estar acostumbrado a demasiados viajeros. De todas las miradas me quedo con la de una mujer bastante mayor que me enseña unos ojos tan bonitos que compensan todas las desgracias vista en este día.

Mañana será otro día. Ahora, antes que anochezca, hay que buscar el paso que nos cruzará mañana las montañas. La pista prevista es tan mala y la luz es tan escasa que lo mejor es parar aquí y preparar el campamento.

La luna está en menguante y no me resisto a fotografiarla, aunque el trípode se ha quedado en casa. En la negrura de la noche creo ver un par de luces (me parecen frontales) que se mueven arriba en el puerto, pero desaparecen pronto. Supongo que serán trabajadores que regresan al pueblo, pero pasa el tiempo y por el camino no parece venir nadie. Bueno, yo aun no lo sé pero mañana se aclarará el misterio.

(pulsa sobre las imágenes para ampliarlas)










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