No destaca por su tamaño ni por su estado de conservación, sin embargo es muy agradable deambular entre las viejas piedras de este poblado.
Lo primero que te encuentras a la llegada es un puñado de grandes piedras en pie. Son las que que ha sobrevivido de una formación circular existente en su día.
Y un poco más a allá, la boca de una cueva artificial que seguramente estaba relacionada con esta formación de piedras.
En los alrededores, ocultos por la vegetación y muy poco visibles, existen numerosos restos de habitaciones y de enterramientos colectivos.
Si levantamos la vista hacia el poblado podemos ver ya el talayote, muy deteriorado en su parte superior pero que en sus buenos tiempos debió de gozar de una increíble visión de los campos de alrededor (de hecho, sobre él existe la marca de un punto geodésico actual).
Rodeando el recinto hay algunos tramos de murallas, construidas al estilo ciclópeo (losas de piedra de grandes dimensiones en el exterior y bloques tallados más pequeños por su cara interna). Tiene un grosor medio de unos tres metros y conserva algunas de las puertas originales en forma de corredor protegido por grandes piedras en el techo.
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