viernes, 3 de julio de 2009

San Petersburgo

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Pintor callejero

Algo parecido a esto es la imagen que yo tenía de Rusia. Mucha nieve, casas de colores y trineos por las calles. Así que no me extrañó cuando vi unas imágenes como estas en mi visita a San Petersburgo.

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Ha comenzado el deshielo en el río Neva

San Petersburgo es una ciudad relativamente nueva. Se la sacó casi de la manga un zar ruso llamado Peter (naturalmente), el que luego lo conoceríamos como Pedro I El Grande.

La construyó en el delta del río Neva, donde antes solo había una pequeña fortaleza de madera sobre una pequeña isla, que servía como guarnición para un puñado de soldados suecos. Ese pequeño ejército servía para mantener la hegemonía de la corona sueca sobre esta parte del continente. Así que el Zar Pedro se propuso expulsarlos y lo consiguió. Eso representó la primera victoria del ejército ruso sobre los invasores suecos, y para celebrarlo, tuvo la genial idea de construir una nueva ciudad para su mayor gloria.

Eso que ves en las fotos anteriores es la isla y el río de los que te hablo. Por tanto, esta ciudad esta formada por un conjunto de islas y de canales, lo que la hace en cierta manera, semejante a Ámsterdam, algo que a Pedro I le hacía muy feliz dado que era un gran admirador de Holanda y su cultura, tanto que cuentan que usaba habitualmente el holandés para comunicarse en la corte.

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En total hay una 44 islas

Y en sus orillas encontrarás de todo, desde magníficos edificios y palacios, hasta alguna que otra cutrez sobreviviente de los años de la CCCP, como esa mole de cemento que hay en fotografía de debajo.

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Pero vamos por orden. Lo normal es empezar por la Isla de San Pedro. Más o menos, ese es el centro histórico de la ciudad y la aguja dorada de su catedral te servirá siempre como referencia de tu posición.

La muralla y la catedral

Nosotros cogimos un destartalado pero práctico tranvía que nos llevo muy cerca de ella, pero tranquilo, porque en San Petersburgo no tendrás problema con el transporte público: además de taxis y metro, hay autobuses, trolebuses, tranvías y marchustcas (no me preguntes cómo se escribe) que son cualquier cosa desde una furgoneta hasta un minibús, normalmente pintadas de amarillo, que paran a tu señal, tanto para subir como para bajar. Y si todo falla, siempre te queda el recurso de hacer señas a un coche particular y negociar un precio justo para el trayecto que quieras hacer. Estos rusos serán todo lo que tú quieras, pero a prácticos no les gana nadie.

Así que, como te contaba, el tranvía nos dejó a la orilla del río, cerca de uno de los puentes medio-peatonales por los que se accede a la isla. El río, por esta parte, estaba aun congelado, pero la vista sobre la ciudad es fantástica y la sensación de ir por un paseo junto a una zona helada era nueva para nosotros.

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El hielo es el amo todavía

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El centro urbano

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El canal

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El paseo junto al río

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La Isla Vasilevsky al fondo

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Los palacios de la otra orilla

La isla está totalmente ocupada por una fortaleza de piedra, que deja espacio para lo que podría llamarse una playa, por la que la gente puede pasear, sacar a los niños y tomar el sol.

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La fortaleza casi al completo

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La playa

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La gente tomando el sol

Y aunque por la foto de arriba te parezca que algunas personas tienen ganas de que llegue el verano, esa es una práctica muy corriente entre los habitantes de San Petersburgo. Al doblar la esquina no topamos de golpe con casi un centenar de personas de todas las edades tomando en solecito de Abril como si se fuera a acabar.

En su interior, la fortaleza tiene una serie de construcciones militares ocupadas por los clásicos soldados rusos con sus largos abrigos y sus gorros negros de piel y que a las 12 del mediodía realizan el cambio de guardia, tras el cañonazo de rigor que sonó justo en el momento que llegamos a la puerta de la fortaleza (importante que es uno)

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La banda

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Y la guardia

Y como puedes comprobar, no tienen nada que envidiar a otros cambios de guardia más conocidos:


Sin embargo, si te paras a pensar en dónde estás, recibes una sensación algo siniestra cuando piensas que esta fortaleza ha servido de prisión política desde sus orígenes y que por ella han pasado multitud de personas que fueron castigadas por su ideas, incluidos el propio Doctoiesvki.

Del resto de construcciones, la más llamativa es sin duda la iglesia con sus cúpulas doradas, pero como aun no se ha inaugurado la temporada turística, nos la encontramos completamente cerrada, así que te vas a conformar con estas fotos de su exterior.

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Catedral de San Pedro

En su interior se encuentran las tumbas de todos los zares rusos, incluida la de Pedro I.

Salimos de la isla por un puente situado en la cara opuesta en el que encuentras un sitio similar al pozo de los deseos, solo que aquí las monedas se le tiran a una gran liebre clavada sobre uno de los pilotes de madera que hay clavados en el río, que está en el centro de un agujero hecho en el hielo y que es aprovechado por algunos patos como piscina.

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Una última mirada a la fortaleza y enfilamos uno de los grandes puentes que cruzan el río.

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Vista de parte de la fortaleza y de la aguja de la catedral

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Puente Troitsky

No podemos evitar quedarnos un rato en la orilla admirando el trajín de las placas de hielo que van camino del Golfo de Finlandia. Es imponente y en algunos momentos nos pone los pelos de punta.


Si nos damos la vuelta, de la ciudad que está delante de nosotros, lo primero que se ve es el edificio del Almirantazgo.

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Fachada del río

Es un edificio imponente con una bandera rusa sobre la cúpula que se levanta sobre un gran arco a modo de puerta y unos laterales apoyados en unas grandes columnas blancas. Antiguamente fue la sede de la Armada Rusa (¿has visto “La caza del Octubre Rojo?).

En la cara contraria a la de la foto, hay una zona ajardinada desde donde están trazadas las tres principales calles de San Petersburgo, entre ellas la Nevsky, de forma geométrica.

Pero a nosotros nos llama más atención un edificio pintado de verde y blanco que rodeamos buscando su fallada principal:

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Fachada sur del Palacio de Invierno

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Fachada oeste

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Detalle

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Puerta lateral

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Puerta principal

Se trata del Palacio de Invierno de Pedro I, el responsable de la existencia de esta ciudad, y que hoy se ha convertido en el museo ruso de arte por excelencia: el Hermitage.

Si hay una palabra que pueda calificar esta “casita”, esa seria: LUJO. Y eso se nota desde el primer momento, nada más pisar la escalera principal…

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Escalera del Jordán - Parte inferior

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Subida

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Parte superior

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Decoración

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Con luz natural

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Decoración del techo

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Pintura central del techo

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Uno de los ventanales

Y eso es solo un aperitivo, porque si traspones la primera puerta…

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Puerta de acceso al primer piso

Entras en el Salón de los Escudos, que no se queda detrás en cuanto a lujo.

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Sala de los escudos

Y aun te quedan muchas puertas que abrir y atravesar…

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Y muchas salas que admirar…

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Aunque la Sala del Reloj es algo fuera de serie…

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Sala del Reloj

Con su suelo de mosaico…

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Pavimento de la Sala del Reloj

O con su Reloj del Pavo Real que le da el nombre…

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Reloj del Pavo Real

… y que monta su numerito cada vez que da la hora.

Pero a mí personalmente, la sala que más me ha impresionado no es precisamente una sala, sino una larga galería que recibe el nombre de Logia de Rafael, copia de otra similar que impresionó a Catalina La Grande cuando estuvo de visita en el Vaticano, en Roma.

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Logia de Rafael

Y aunque luego, las habitaciones de uso diario son “más normalitas”…

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El lujo de estos aristócratas que vivían en su propio mundo se nota en los suelos de taracea…

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En los muebles…

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Y en innumerables detalles repartidos por todos lados…

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Pero ya está bien de tanto lujo y nosotros yendo al Ikea a comprar la Billy. Si hoy en día este palacio es famoso, lo es por albergar una de las colecciones de arte más importante del planeta.

Hay una infinidad de salas dedicada al arte prehistórico y antiguo…

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Incontables esculturas repartidas por todas las salas…

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Pero su peso lo ha adquirido gracias a sus pinturas. Son tantas las salas (solo de pintura italiana hay unas treinta) que yo no sé cuál elegir.

Una curiosidad es esta Sala de la Guerra.

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Pero no puedo dejar de destacar aquí un par de lienzos de Leonardo Da Vinci...

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… ya que según tengo entendido fueron las primeras adquiridas por Catalina y las que dieron origen a la colección.

Aunque a mí, me atrae especialmente la colección de arte impresionista del siglo XX, destacando entre todo éste titulado “La Música” de Matisse.

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Pasamos página y dejamos atrás el Hermitage. Salimos por la puerta de los Atlantes, un homenaje del zar Nicolás I a la mitología andaluza. No tenía que haberse molestado por nosotros, la verdad, pero lo cierto es que queda muy vacilón este Pequeño Hermitage…

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… tanto, que hoy sirven como modelos para recién casados…

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Pero no nos entretengamos mucho, porque detrás nuestro nos espera esta vista impresionante:

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Monolito de Alejandro

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Plaza del Palacio

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Estado Mayor

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Arco del Triunfo

Se trata de la plaza Dvortsovaya, o plaza del Palacio (naturalmente), con el gran monolito de Alejandro en el centro y cerrada al sur por la gran mole del edificio del Estado Mayor, en cuyo centro se levanta el enorme Arco del Triunfo, coronado por un monumento que celebra la victoria contra Napoleón.

Esta plaza es el centro geográfico de la ciudad y es famosa, entre otras cosas, porque desde ella comenzó el asalto al Palacio de Invierno, en lo que fue la Revolución de Octubre de 1917 y que dio origen al periodo soviético de Rusia.

Pero hoy se dedica a otros menesteres menos “gloriosos”, como sacar a los escolares de las aulas, pasear a los turistas en coches de caballos o a los ensayos del “Ejército Rojo”.

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Niños con su maestra

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Carruajes de alquiler

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La banda del Ejercito Rojo

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La vida diaria en la plaza

Nosotros no despedimos de la plaza y del palacio y nos dirigimos hacia sus calles a través del Arco, no sin antes hacer una paradita en una cafetería llamada Chocolanitza que está ya en la Nevsky Prospekt (te la recomiendo).

Después de recomponernos con un chocolatito caliente, tenemos fuerzas para enfrentarnos a la Perspectiva Nevsky, esa calle de casi 5 kilómetros que es el centro comercial y turístico de San Petersburgo. En ella se encuentran las más lujosas tiendas, los comercios más caros, los mejores restaurantes, algunas de las más famosas salas… de la ciudad, y tanto en ella como en sus alrededores podrás encontrar una infinidad de palacetes, edificios interesante y monumentos religiosos y laicos como para llenar muchos días de tu visita.

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Un plano general mientras nieva

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Uno de los "pisos sociales" de la calle

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Puente Lomonosova con las cadenas que lo abren

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Este apartamento me gustó

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Un detalle

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Uno de los caballos del Puente Anichkov

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El céntrico Canal Griboedoy

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Los adornos del Puente Bankovsky

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Los grifos que sujetan el puente desde otro ángulo

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Monumento de Catalina

De todos ellos, me parece que la Catedral de Kazán y la Iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada deben de tener una atención especial.

La primera es un templo raro si lo comparamos con los demás templos de San Petersburgo. Parece hecha a imagen de la de San Pedro de Roma, por sus brazos semicirculares, aunque en realidad el proyecto original tenía otro templo similar, simétrico a él, al otro lado de la calle, pero esta parte no se llevó a cabo nunca.

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Catedral de Kazán

Su interior, aunque impresiona el tamaño de la cúpula, es oscuro, como la piedra de la que está hecha. Pero eso no quita que se pueda admirar la riqueza de la decoración ortodoxa, como este cuadro que representa al último zar con su familia en actitud que nos recuerda a los cuadros de santos renacentistas.

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El último Zar y su familia

La verdad es que la mejor vista de este templo se obtiene desde las ventanas del edificio Singer, llamado así porque fue la sede de esta marca de máquinas de coser a principios del siglo XX.

Ahora este edificio es la sede de la librería Dom Knigi (hay que “verla para creerla”) que tiene hasta su propia sala de lectura y una cafetería en la planta superior. Si te llevas un libro y te pides una tetera, pasarás un buen rato y disfrutarás de una buena vista de la Nevsky y de la catedral.

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La hora del té en la Dom Knigi

Junto a ambos edificios corre el canal Grivoedov, al que la calle Nevsky cruza por un puente adornado con un caballo encabritado en cada una de sus cuatro esquinas.

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Otro de los caballos del Puente Anichkov

Si miras a contracorriente verás a lo lejos otro edifico emblemático: una iglesia llamada El Salvador sobre la Sangre Derramada (El Salvador sobre la Sangre, para los amigos). Fue llamado así porque en este lugar atentaron mortalmente contra uno de los zares.

Es un edificio muy artístico. Lo primero que te llama la atención son sus mosaicos, abundantes sobre todas sus fachadas, aunque no desmerece la carpintería de las cúpulas y las cubiertas de tejas vidriadas.

En su interior hay otra particularidad: sus paredes no están adornadas con cuadros, sino casi en su totalidad también por mosaicos.

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Fuera del circuito, los templos de uso diario no son tan llamativos, como este anterior…

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Pero aun quedan algunos que te dejan con la boca abierta, como este otro llamado San Isaac, en cuya cúpula principal es una de las más grande del mundo (cuentan que se necesitó 100 kilos de pan de oro para ella solamente) y en cuyo exterior existe un mirador desde el que puedes contemplar la mayor parte de la ciudad, claro que primero tienes que subir los casi 300 escalones. Su interior es un monumento al lujo, donde abunda el dorado combinado con columnas de malaquita, paredes recubiertas de mármoles y frescos en los techos. Ya las puertas de entrada te están dando una idea de lo que te encontrarás en el interior.

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Catedral de San Isaac

A su espalda se abre otra plaza, la de Los Decembristas, cuya parte sur está ocupada en su totalidad por el Palacio Mariinsky, llamado así porque estaba destinado a ser residencia de una de las hijas del zar Nicolás I: María.

Hoy es la Asamblea legislativa de San Petersburgo. En el centro de la plaza hay una gran estatua ecuestre del zar Nicolás.

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Palacio Mariinsky. En su fachada se puede todavía apreciar algunos símbolos de la época comunista

En una de las calles cercanas se encuentra el Teatro Mariinsky, visitable únicamente cuando el ballet ruso no actúa.

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Teatro Mariinsky

Y no muy lejos de allí, el Palacio Yusupov, llamado así por uno de sus dueños que, entre otras manías, tenía la costumbre de acudir al Mariinsky vestido de mujer. Pero que eso no te engañe, porque eso no le impidió dar muerte al famoso Rasputín allí mismo. Merece la pena visitarlo.

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Palacio Yusupov

Y cuando salgas, si la visita te ha abierto el apetito, muy cerca de él existe un pequeño restaurante llamado The Idiot, que al parecer era uno de los preferidos de Dostoievski. La comida esta bien, no es caro y está decorado con muebles antiguos. Incluso tiene su pequeña biblioteca amueblada con varios sofás donde se puede, si lo deseas, echar una siestesita. Es casi un sótano al que se accede por una puerta que da al canal.

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La sobremesa casi siempre termina con un estupendo té ruso

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Aunque si prefieres la lectura...

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La puerta de entrada

De noche, la ciudad gana, aunque el frío te empuje a buscar la casa casi con desesperación. De todas formas, no te puedes resistir a patear estas bonitas calles, ahora un poco más tranquilas.

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Incluso algunos monumentos parecen ganar con la oscuridad.

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Pero como no todo va a ser asfalto, ahora que ya estamos, parece, un poco acostumbrado al frío, nos decidimos por visitar la Isla Yelagin y su Parque Kirov, algo así como el Central Park de San Petersburgo. El metro nos deja muy cerca, así que solo tenemos que dar un pequeño paseo y cruzar el puente peatonal de madera para introducirnos en él.

Qué quieres que te cuente, yo, en estas fechas, casi prefiero el Parque Mª Cristina de Algeciras. Éste es "algo" más grande, es verdad, y seguro que en verano es una maravilla, pero ahora pasear sobre dos cuartas de hielo duro, pues… como que no. De todas formas es un paseo agradable y fuera de lo habitual para unos mediterráneos como nosotros.

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La verdad es que no te engaño si te digo que se agradece volver al metro. El calorcito que sube desde el andén es como cambiar de región. Y ya que estamos. Comentarte que el metro que yo visité no tiene nada que ver con los Metropolitanos que conocía hasta ahora.

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Estaciones limpias y grandes, que fuera de las horas punta, da gusto pasear por ellas, aunque para entrar y salir tengas que “aguantar” una escalera interminable: yo solo he grabado un minuto y aun quedaba un buen trozo.

Yo solo grabé un minutillo, pero había escalera antes y después

Como hoy ha sido un día duro, hemos decidido visitar un auténtico restaurante ruso. Por si te apetece ir, se llama Na Zdorovye (¡Salud!) y según dice su publicidad, digno de zares y dictadores soviéticos.

La verdad es que es curioso. Tiene dos parte, una decorada a la forma rusa tradicional (muchos colorines y objetos camperos), y otra decorada a la revolucionaria (rojo, Lenin… ya sabes). El caso es que comimos de maravilla. Eso que ves dentro del pan es una sopa llamada Borch (sopa típica ucraniana a base de remolacha roja y otras verduras), y el salmón en brocheta o con salsa de caviar estaba de muerte

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Comedor tradicional y comedor bolchevique al fond0

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Un buen plato de borch para entrar en calor

Cambio de tema. Si para terminar te apetece hacer un poco de turismo comercial, podrás encontrar desde mercadillos casi tercermundistas hasta comercios alternativos, pasando por modernos centros comerciales como el de la foto. Hay de todo, y lo que me ha llamado mucho la atención es la importancia que le dan a los productos rusos sobre el resto.

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Un centro comercial

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Un interior "brillante"...

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... y moderno

La vuelta ha sido un poco más tranquila que la ida. Ya conocíamos el camino, claro, y la hora no era tan intempestiva. Así que después del trasbordo en Moscú y echarle un último vistazo al frío ruso desde la ventanilla, una comida ligera y una siesta en toda regla.

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Terminal de Moscú

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Unas dachas desde el aire

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Recuperando costumbres (buenas costumbres ;-)

Bonito viaje, pero si lo repito, será en verano. Te lo aseguro.

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