Desde Negreira hasta Santiago es un paseo.
Prácticamente casi todo el camino estaremos acompañado de caseríos y viviendas rurales, aunque algunos tramos que discurre entre arbolado son de una gran belleza. Cuando comiences una larga bajada en la que alternarás tierra y asfalto, desembocarás en el bonito puente medieval donde tomaremos ya la carretera hasta el final.
La entrada al consejo de Santiago se hace por el Puerto del Viento, donde se puede tomar algo en alguno de los bares que hay junto a la carretera.
Después se sigue esa misma carretera que según parece es el mismo camino que llevaban las mujeres para ir a vender la leche a la capital y un poco después de cruzar el río por Ponte Sarela. entramos en Santiago por el carballal (robledal) de San Lorenzo, donde existe un convento. Y si todo va bien, se desemboca en la mismísima plaza de Santiago casi sin darse cuenta.
Aquí te dejo unas fotos que te servirán para dar un paseo por la parte vieja de Santiago.
Y una vuelta por el interior de la catedral, si no, menudo peregrino iba a ser yo :-).
Después de una ducha en el albergue propiedad de la Diócesis (masificado y demasiado enfocado a los euros), mi obligada visita fue a ese sitio llamado Los Sobrinos del Padre, la pulpería más vieja de todo Santiago pero dónde hacen los mejores berberechos que yo he comido hasta ahora. Además, es el único sitio donde el vino de la casa (Ribeiro) es mejor que los otros embotellados.
Durante el paseo para hacer la digestión, me encontré con que habían pegado un cartel en la losa del camino. Y es verdad lo que dice, porque la estaban haciendo en vivo y en directo en la otra parte de la plaza, donde se acumulaban los Indignados del 15M y a los que dedique un rato de la tarde a oír sus argumentos sobre la crisis.
Y como uno ya va haciendo amigos por todo el camino, me reencontré con mi “viejo amigo” Luigi, de los tiempos antiguos de Castro Urdiales y con el que compartí un agradable café en una de las terrazas del casco viejo. Como ves se había agenciado un auténtico sobrero de peregrino (no me preguntes donde) y venía cargado de vieiras que intercambiaba a cambio de alguna donación filantrópica. A mí me regaló la que ves en la foto (con su autógrafo y dedicatoria en la parte de atrás) y que conservo entre los trofeos del Camino. Gracias Luigi, seguro que nos veremos alguna otra vez por esos andurriales.
Al anochecer, tren nocturno para Madrid y… hasta la próxima, Santiago.
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