Un par de meses de "descanso" y de nuevo cruzo la frontera.
Voy a hacer el mismo recorrido anterior solo que esta vez voy a intentar hacer unas jornadas a pie entre Zagora y Merzouga por la vieja ruta del Rally Dakar de la que ya te he hablado en otra ocasión.
Conmigo viaja esta vez mi amigo Enrique Marfil, otro loco de la mochila y del viajar sin prisas.
El recorrido va a llevar un poco de turisteo: Ceuta – Fes – Marraquesh – Zagora – Merzouga – Meknes – Ceuta dan para mucho y hay que aprovechar que se va para conocer algunos sitios interesantes, aunque sea por chuquicienta vez.
Me voy a saltar de un tirón hasta Fes pero es que del paso de la aduana por Ceuta y el paso por Chefchauen y la zona de la Jebala ya te contado algo en otras entradas sobre Marruecos.
La entrada por Fez ha sido magnífica, como siempre. Fez sigue siendo una ciudad impresionante (a pesar de la modernidad) y no me canso de andar por sus medinas en lo que se parece en un viaje al pasado y en un reencuentro con viejos familiares, lejanos y nunca vistos, pero conocidos y cercanos al mismo tiempo. Algo difícil de explicar pero que se percibe en cualquier rincón, en cualquier cara, en muchos sonidos y en casi todas las luces que se reflejan en las paredes de las viejas casas.
Si te apetece ver la otra visita a Fes, la tienes en “La visita obligada: Fes”. La verdad es que Fes es tan especial que siempre se encontrará cosas nuevas que ver. Osi me apuras, formas nuevas de ver otra vez las mismas cosas.
Yo he acompañado las fotos de algunas cortas descripciones. Y si paras el cursor sobre las fotos aparecerá una pequeña descripción de ellas que completarán la descripción correspondiente.
La visita comenzó dando un paseo por la Plaza de los Alauitas, hasta las puertas del Palacio Real. Era temprano y había aún poca gente en las calles y casi todo estaba cerrado, pero no faltaba el clásico grupo de turistas orientales.
En los alrededores del Palacio Real se encuentra el viejo barrio judío o Mellah, caracterizado sobre todo por esas peculiares balconadas de madera que poseen casi todas sus casas.
Y saliendo por otra de sus puertas entramos en las primeras calles de Fes El Jedid (El Nuevo), una de las dos medinas, la más alta, que rodea al palacio por su cara oeste. La calle principal la cruza de parte a parte y en ella se acumulan las tiendas, los bazares y los sitios para tomar un buen desayuno, que era lo que hacía falta a esta hora.
Esta plaza es punto de referencia de todo el turisteo que pasa por Fes. Autobuses, coches , motos, aparcacoches y todo el circo que acompaña a los turistas. Si te lo quieres evitar, es mejor pasar por ella temprano.
La importancia que puede tener para nosotros, los andaluces, esta plaza es que en ella se encuentra la Bab al Mahruq o Puerta del Quemado. Ante se llamaba la Puerta de la Justicia, pero desde que se quemó en tiempos a uno de los ajusticiados allí, se le cambió el nombre. Bueno, a lo que íbamos. Resulta que cerca de esa puerta, en un sencillo mausoleo (que ahora está en mal estado y es refugio de mendigos) se piensa que está enterrado Abú Abdalá, último rey andaluz, conocido por su nombre castellano de Boabdil. La Asociación Memoria de los Andalusíes ha denunciado el estado en que se encuentra el mausoleo y ha realizado varios intentos de excavar el sitio con el fin de extraer muestras de un cadáver encontrado en ella y comparar su ADN con el de los actuales descendientes del rey, pero siempre han chocado con trabas burocráticas por parte del gobierno y ayuntamiento de Fes. Si es verdad que Boabdil está allí, no se podrá encontrar otra tumba más indigna en todo el Islám.
Desde la plaza de Boujdoul se puede tomar varias direcciones para recorrer la medina de Fes El Bali (El Viejo), pero yo te recomiendo que cojas la Tala’a El Kbira (la Cuesta Grande), una auténtica calle-bazar que recorre la medina de arriba a abajo y que te llevará a algunos de los sitios singulares de la medina.
También puedes aprovechar el paseo para ir un día de mercado, je, je.
Cerca de la plaza tienes que hacer la primera parada. Se trata de la Medersa Bou Anania, una madraza o escuela coránica que hoy está ya casi en desuso pero que se conserva bien. En este último viaje no permitían subir a la segunda planta para ver las habitaciones de los estudiantes. Las cosas de la masificación.
Hay que seguir bajando por la Cuesta Grande, aun quedan muchos comercios que dejar atrás de los diferentes mercados que se abren a nuestro paso: zapateros, tejedores, lana, especias… y hasta un viejo mercado de esclavos. Vamos dejando también a un lado y otro de las estrechas calles varios Fonduk (lo que en Andalucía se llamaban posadas) que servían de alojamiento a los diferentes mercaderes (y a sus caballerías) que llegaban a Fes.
Y casi como de magia se tratara, en un punto del paseo las casas se abren y dejan pasar la luz. Estamos en una plaza con árboles y se escucha por todos lados el sonido de varios martillos que golpean el metal. Se trata de la plaza Seffarinne, la plaza de los artesanos del metal que, sentados sobre una especie de “yunque” con asiento, golpean diferentes chapas de cobre, bronce, hierro y otros metales hasta darles forma de los diferentes recipientes que se usan en la cocina marroquí.
Callejeando un poco más por la zona es posible que te encuentres que la calle está cerrada en la parte superior por un panel de madera tallada y policromada, sostenido por una viga de madera que cruza la calle de lado a lado.
Es una indicación de que estás entrando en el Horm, una zona sagrada que antiguamente estaba prohibida para los no musulmanes y que hoy mantiene el privilegio de no ser pisada por animales de carga alguno.
Esta zona encierra el templo santo de Fes: la Zagüía de Mulay Idrís, el fundador de la ciudad y patrón de ella desde su muerte. Su entrada a los no musulmanes está prohibida, pero si das una vuelta por su perímetro, al paso por las diferentes puertas que tiene el templo, podrás observar el gran patio con la fuente, los diferentes salones adornados con alfombras y enormes lámparas de bronce y lo más importante, el mausoleo de Mulay Idrís II. Los idrisies fueron una familia que en el siglo VIII llegaron huyendo del Califa Abassí de Bagdag (lo mismo que los Omeyas andaluces) y dieron origen a la primera dinastía islámica en esta parte de África. Idrís II fundó Fes y la convirtió en la capital del reino.
Cerca de la puerta de las mujeres existen diferentes ventanas pequeñas y enrejadas dedicadas a solicitar marido, ofrecer limosnas o para introducir la mano y tocar la tumba del santo, lo cual proporciona baraka (suerte) a sus fieles. Si tienes paciencia y esperas un poco afinando el oído en alguna de sus puertas podrás oír a un hombre que recita partes del Corán; su función es ayudar a recordar a aquellos fieles que no saben leer.
Muy cerca ya se encuentra la Plaza de Rcif, muy cerca del cauce del río. Marca el límite con el barrio andalusí que tuvo su origen en los emigrados de Andalucía tras una guerra de sucesión. Allí se encuentra la Jemaa (mezquita) Andalusí, la segunda en importancia de Fes.
Paseando por este barrio, más tranquilo que el anterior sin la bulla que origina los zocos, se puede disfrutar de la Fes auténtica. Silencio, niños jugando, mujeres hablando, gente que pasa a tu lado sin prisa… Y en cualquier esquina te encuentras detalles dignos de admiración, como este viejo palacio medio en ruinas pero que transmite aun su grandeza pasada.
Desde un mirador que se forma en un espacio abierto del barrio andaluz se tiene una buena visión de la otra parte de la medina .
En primer plano están los tejados verdes de la Mezquita Andaluza, centro del barrio y su pequeño cementerio anexo.
La Jemaa Andalusí se piensa que fue construida en el siglo IX. En su construcción colaboró económicamente Meryam Al Fihria, hija de un acaudalado comerciante tunecino afincado en Fes, ideológicamente en sintonía con los andaluces que llegaban a la ciudad por los problemas políticos en su país.
No has estado en Fes si no has visitado alguna de las tenerías existentes dentro de su casco urbano. Suelen estás en la zona baja de Fes El Bali, cerca del cauce del río por su necesidad de agua, y normalmente están escondidas entre las casas de la zona.
La llegada de turistas ha dado lugar a un negocio paralelo a ellas: comerciantes situados junto a alguna de la tenería te ofrecen sus terrazas para que la puedas observar desde arriba a cambio de ofrecerte sus mercancías a la salida. Si compras o no es cosa tuya.
La verdad es que para nuestras limpias narices, el espectáculo está asegurado. Como en todas ellas, las pieles van llegando a lomos de animales procedentes de los diferentes mataderos y almacenes de la ciudad. Luego, se limpian de restos de grasas y tejidos y se van sumergiendo en los pozos adecuados, dependiendo del uso posterior a que se destinen hasta que estén curtidas. Al final, se sumergen de nuevo en pozos con diferentes tintes y, una vez coloreadas, se ponen a secar sobre los techos de las instalaciones.
En fin, es bueno ver el proceso. Así se valora adecuadamente la humilde carterita que te puedan ofrecer a lo largo de tu estancia en la ciudad.
Que viaje más bonito e interesante !!!
ResponderEliminarPues en el próximo, te apuntas :-)
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