Salgo de Colombres por una carretera que a pesar de seguir mostrándome viejas y bonitas casas de piedra, me hace seguir prácticamente por la carretera nacional. Y la cosa se complica con algunos tramos de obra de la futura autovía. Así que decido alejarme de este pequeño caos por una ruta de senderismo que, siguiendo la línea de costa, me va a llevar directamente a Llanes: se trata del GR-E 9, que se ve perfectamente indicado cuando cruzo Pendueles. Tras cruzar algunos prados y bosque, en medio del campo, la cosa varía.
Cuando se llega a un punto de la costa en el afloran las rocas calizas, me encuentro con un fenómeno curioso: Los Bufones de Arenillas.
Se trata de auténticos surtidores de agua de mar que, en ocasiones, sube a bastante altura, produciendo un sonido curioso como si la misma roca bufara como un animal. La explicación de este fenómeno es sencilla. La roca caliza ha sido disuelta por el agua de lluvia formando algunas simas que se han unido a las cuevas que han sido excavadas por el oleaje, de forma que el movimiento del mar empuja el agua y el aire que no tiene más remedio que salir por la chimenea, produciendo este sonido que puedes escuchar en el vídeo…
Escuchando esa “respiración de la tierra”, coincido de nuevo con Josef, un peregrino austriaco con el que hemos compartido la experiencia de las chinches de anoche.
Sigo por este sendero y me encuentro con un puente de madera que cruza sobre el río Purón. No hay duda de que el paisaje es hermoso, pero más lo son unas enormes truchas que no parecen asustarse de mi presencia. Se ve claramente que éste tiene que se un tramo del río acotado de pesca.
Sigo el camino, alejado de la carretera y sus obras, cruzando algunos núcleos de población casi escondidos a los pies de esa formidable cordillera Cantábrica.
Y casi sin darme cuenta, corono un monte y me subo en un mirador desde el que se puede disfrutar de una increíble vista.
Se trata de la playa de La Ballota y Llanes se encuentra ya a sólo unas cuantas patadas más, aunque ahora el GR da un rodeo para entrar en la ciudad por una pequeña ermita…
… que, como todas las que he encontrado a mi paso, se encuentra cerrada.
En fin. Llanes es una pequeña ciudad, tranquila y limpia, que como otras de Asturias da sensación de haber tenido un pasado más esplendoroso que el actual, aunque los últimos años de bonanza hayan servido para recuperar o remozar algunos de sus edificios más singulares. Y todo eso sin perder ese aire popular en algunos de sus barrios.
Incluso conserva parte de la antigua muralla de este antiguo pueblo pesquero ballenero, y un antiguo torreón del siglo XIII, que descubro en un agradable paseo por sus calles junto a mis “colegas caminantes” Josef, Erhard y Jaqueline.
Y en unas de sus plazas, nos topamos con esta magnífica iglesia con cierto aire románico que, además de un estilo sombrío en su interior, conserva en sus paredes la memoria histórica del bando vencedor.
A pesar de todo, hoy en día, la seña de identidad de Llanes ha sido asumida por estos cubos de hormigón que conforman los rompeolas del puerto, decorados con la idea del pintor vasco Ibarrola y que han sido titulados Los Cubos de la Memoria, supongo que de todos.
Yo no he tenido problemas de alojamiento en Llanes. Supongo que habrá sido porque no es verano. Pero si vas a venir por aquí, debes de tener en cuenta que no hay albergue de peregrinos. De los privados, el más visitado suele ser el albergue de la estación, aunque hay otros, incluso un Albergue Juvenil.
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